Los refranes son dichos tradicionales que constan de dos partes, por ejemplo:
(1) Quien siembra vientos recoge tempestades.
En el habla se suele marcar la frontera entre una y otra parte con una pausa. El ejemplo (1), sin ir más lejos, se pronuncia así:
(2) Quien siembra vientos | recoge tempestades.
Por eso existía la costumbre de poner también una coma en esa posición en la escritura. Sin embargo, la función de la coma no consiste en reflejar las pausas del discurso, sino en dar indicios sobre la estructura de las oraciones. No hay reglas de puntuación especiales para los refranes. Por eso, solo se deben usar comas en estos cuando vengan exigidas por la sintaxis. Poner una coma después de vientos en el refrán de (1) sería un error, pues Quien siembra vientos es el sujeto de la oración y, como es sabido, no se puede separar el sujeto del verbo con una coma.
En cambio, en (3) sí que es necesaria la coma, pero no porque se haga una pausa en la pronunciación, sino porque la necesitamos para indicar que se ha omitido el verbo:
(3) De tal palo, tal astilla.
En definitiva, en los refranes solo está justificado el uso de la coma en aquellos casos que se derivan de las reglas generales de puntuación.