Los vocativos tienen que aparecer necesariamente separados por comas:
(1) Paco, acuérdate de comprar leche cuando salgas.
(2) He de anunciarles, queridos clientes, que hemos encontrado una nueva forma de sacarles los cuartos.
(3) Pase por aquí, señora.
Los vocativos son expresiones que se emplean para llamar a una persona o dirigirse a ella (en lugar de nombrarla simplemente en un discurso). Siempre se separan mediante comas del resto de la oración, tal como podemos ver en los ejemplos de arriba. El que utilicemos una coma o dos y el que estas vayan antes o después del vocativo ya depende de la posición, pero esto es lógico y no presenta ninguna dificultad. En los ejemplos de arriba están cubiertas las tres posibilidades: que el vocativo aparezca al principio (1), en medio (2) o al final (3).
El tipo de expresión con el que probablemente se cometen más faltas es este:
(4) Hola, Susanita
Ahí la coma es doblemente necesaria; no solo por el vocativo (Susanita), sino también por la interjección (hola). Sin embargo, la triste realidad es que mucha gente se olvida del signo de puntuación.
El separar los vocativos con coma tiene toda la lógica del mundo. A menudo, el no hacerlo puede dar pie a cambios de significado. Compara estas dos oraciones:
(5) ¡Nemesio, paga a los obreros!
(6) ¡Nemesio paga a los obreros!
En (5) la coma nos indica que tenemos un vocativo. Hemos de interpretar, por tanto, que alguien se está dirigiendo al tal Nemesio para exigirle que pague a sus trabajadores. En cambio, en (6) el nombre propio Nemesio funciona como sujeto de la oración y tenemos que entender que alguien nos explica admirado que un señor que se llama Nemesio paga todos los meses la nómina.
En los tiempos que corren es para admirarse y más, pero más admirable todavía es emplear correctamente los signos de puntuación.