El verbo abdicar tiene dos sentidos y cada uno de ellos da lugar a construcciones diferentes.
1. En su sentido propio tan solo unos pocos pueden conjugarlo en primera persona. Para poder decir con propiedad yo abdico hay que ser rey, emperador o similar. En este uso es un verbo transitivo. Los sustantivos que puede tomar como complementos son muy limitados. Normalmente es la corona, a veces el trono; en cualquier caso, ese complemento se referirá obligatoriamente a la dignidad a la que se renuncia. Lo mejor para entender todo esto es que veamos un ejemplo:
(1) Su majestad el rey don Juan Carlos I de Borbón abdica la corona de España [Ley Orgánica de Abdicación, 18-6-2014].
También podemos expresar a quién se le traspasa la dignidad a la que se renuncia. Para esto se utiliza un complemento que va introducido por la preposición en:
(2) El rey Juan Carlos tira la toalla y abdica la corona en su hijo con una fortuna personal que alcanzaría los 1.600 millones de euros [Economía Digital (España), 2-6-2014].
El complemento en cuestión también puede ir introducido con la expresión en favor de.
(3) Juan Carlos I abdica la corona en favor de su hijo Felipe [El Informador (México), 26-6-2014].
Este verbo, como ocurre muchas veces con los verbos transitivos, admite también un uso absoluto:
(4) El rey abdica [Titular de El Mundo (España), 3-6-2014].
Esto no tiene mayor misterio. Es lo mismo que ocurre cuando decimos Luisito come empanadillas o Luisito come.
2. Además de este uso propio existe otro figurado en el que significa ‘renegar de algo, hacer dejación de algo’:
(5) El PSOE no puede abdicar de su memoria republicana [La Vanguardia (España), 18-6-2014].
Esta versión de abdicar es portadora de connotaciones francamente negativas. Nos encontramos en este caso con un verbo intransitivo. El complemento va introducido por la preposición de, tal como podemos observar en el ejemplo (5).
Siempre es un error utilizar la preposición a con el verbo abdicar. No debemos formar construcciones como abdicar a. Podemos encontrar ocasionalmente el sentido propio construido como abdicar de (abdicar de la corona). Conviene advertir al respecto que se trata de una forma carente de prestigio y que muchos hablantes la rechazarán directamente como incorrecta. Evítala.
Yo me resistía a escribir este artículo. Sin embargo, han sido tantas las personas que me han preguntado por este verbo desde la reciente abdicación del rey de España que al final no me ha quedado más remedio.