La palabra algarabía se suele utilizar en el sentido de ‘griterío y confusión’, aunque etimológicamente tan solo significa ‘lengua árabe’ (al’arabîya). Es más, si consultas el diccionario, comprobarás que todavía se registra esta otra acepción, aunque ha caído en desuso.
Esta voz surge en la Edad Media, justo cuando se están formando las lenguas románicas y los reinos cristianos en la península ibérica. Este es un proceso que se desarrolla unas veces en tensa oposición y otras veces en enfrentamiento abierto con el poder político, económico, militar y cultural de los árabes, que desde el siglo VIII constituyen la fuerza predominante en los territorios hispánicos.
Otros significados de algarabía son ‘lengua ininteligible’ o ‘expresarse de manera atropellada y pronunciando mal las palabras’. En el fondo, este vocablo es un resumen de la incomprensión, los recelos y la animadversión entre comunidades que se disputan un mismo territorio y que están separadas por lenguas, religiones y culturas diferentes. Lo del otro es lo raro, lo que no se entiende, lo que está mal dicho. Y lo mío es, naturalmente, lo correcto, lo claro, lo normal.
De esta forma, los antiguos hablantes de castellano crearon su propia versión del concepto de ‘bárbaro’ de los griegos. Comparando la etimología de algarabía y bárbaro nos percatamos de que los seres humanos mantienen actitudes y sentimientos muy semejantes a lo largo de los siglos e incluso de los milenios.
Las lenguas dan pistas sobre la historia y la forma de ver el mundo de las gentes que las hablaron. Por eso, el vocabulario es un libro que se abre para quien sabe leer en él.