Las rayas en diálogos y narraciones

Las rayas (— —) presentan dos empleos fundamentales en literatura:

  • Sirven para introducir las intervenciones de los personajes en los diálogos.
  • Permiten delimitar los comentarios del narrador dentro de esas intervenciones.

Me consta que muchos escritores tienen dificultades aquí. Si ese es el motivo que te trajo a este curso, te felicito: ha llegado tu momento. Por si te sirve de algo, te confieso que nuestra ortografía no te pone las cosas fáciles. Yo voy a intentar llevar una progresión: vamos a ir de lo más sencillo a lo más complicado.

Comenzaremos por el primero de los usos mencionados porque se comprende fácilmente y porque lógicamente se sitúa en un nivel superior.

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Te propongo que disfrutes de esta lección en vídeo. Algunas explicaciones las vas a captar mejor así.

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Vídeo: Cómo se usan las rayas en narraciones y diálogos

Para introducir las intervenciones de los personajes

Las narraciones se denominan así porque quien lleva la voz cantante es el narrador. En novelas, cuentos y otras formas narrativas, vas a encontrar una voz que te cuenta los hechos mientras te lleva de la mano por la historia. Sin embargo, de vez en cuando, esa voz decide pasar a segundo plano para permitir que los personajes se expresen por sí mismos. En ese momento te deja que los contemples mientras dialogan e interactúan. En estos casos, la ortografía necesita proveer algún medio para que el lector perciba las siguientes transiciones:

  • del narrador a los personajes,
  • de unos personajes a otros,
  • de vuelta al narrador.

Para eso está la raya. La nombro en singular porque solamente vamos a utilizar una. Observa este breve diálogo, que tomo de una novela del autor español Vicente Blasco Ibáñez (Arroz y tartana):

(1) Doña Manuela púsose seria, más que por lo que decía su hermano por lo que adivinaba en su mirada. Tal vez por esto don Juan cambió de conversación.

—Di, Manuela, ¿y Juanito?

—En la tienda. Si tengo tiempo entraré a verle.

—Dile que venga mañana. Aunque sea un grandullón, no quiero privarme del gusto de darle el aguinaldo como cuando era un chicuelo.

El viejo, al decir esto, ya no mostraba la sonrisa irónica y parecía hablar con sinceridad.

En este fragmento, las rayas (o su ausencia) te van indicando dónde deja de hablar el narrador, dónde empieza y termina la intervención de cada uno de los personajes y dónde retoma el hilo el narrador. Se auxilian para ello de los cambios de párrafo. Fíjate en dos detalles que son importantes desde el punto de vista ortotipográfico:

  • La raya se pega a la primera palabra de cada intervención (no dejamos espacio entremedias).
  • No hay raya de cierre (solamente, de apertura).

Este uso no tiene mayor misterio.

En el ejemplo de arriba, el autor separó limpiamente las palabras de los unos y de los otros; pero a veces la voz del narrador se entremezcla con las de los personajes. Ahí es donde se va a empezar a complicar el uso de las rayas.

Para delimitar los comentarios del narrador dentro de los diálogos

Este segundo uso de las rayas resulta más complicado. En ocasiones, el narrador comenta las palabras que están pronunciando los personajes. También puede introducirse en medio de un diálogo para pintar los gestos de los personajes o para aportar información suplementaria sobre las circunstancias en que se está produciendo el diálogo…

Además, cada cierto tiempo, necesita nombrarlos para que el lector no se le pierda por el camino. Supongo que te ha pasado más de una vez ponerte a leer un diálogo y encontrarte, después de varias intervenciones, con que ya no sabes quién está hablando. El autor es consciente de ese riesgo y por eso no se fía solamente del orden de las intervenciones, sino que le ordena a su narrador de vez en cuando: “Venga, sal ahí y recuérdale al respetable público quién ha tomado la palabra”.

Hay toda una serie de reglas que determinan lo siguiente:

  • Cuántas rayas hacen falta (una o dos).
  • Cómo se combinan estas con otros signos de puntuación.
  • Si la secuencia que va entre rayas empieza con mayúscula o minúscula.

Las reglas en sí son un tanto enrevesadas. Te conviene retener el siguiente detalle: van a desempeñar un papel crucial los verbos de lengua.

El narrador habla en medio de una frase del personaje

Voy a empezar por el caso más básico porque aquí puedes aprovechar lo que aprendiste sobre el uso de las rayas en los incisos. Mira este ejemplo (mientras no diga lo contrario, todos los de esta lección proceden de Arroz y tartana):

(2) —Pero ahora —continuó en tono más dulce— ya que no puedo ser pianista, me dedico al canto. Mamá dice que hay que hacer algo para no estar en sociedad parada como una tonta.

Aquí tienes tres rayas. La primera es la que introduce la intervención. Tiene que estar ahí, al principio del todo, para que se sepa que empieza a hablar un personaje; pero no nos interesa en este momento. Vamos con las otras dos, que son las que enmarcan la voz del narrador. ¿No ves que se comportan exactamente igual que en los incisos? Se abrazan a las palabras del narrador y se separan con espacio de la intervención del personaje. Así sabemos lo que es del uno y lo que corresponde al otro. Las palabras del narrador empiezan con minúscula porque no hay ningún signo de puntuación que autorice la mayúscula.

Ahora viene la parte más complicada: cómo funcionan las rayas cuando el narrador habla al final de la intervención de un personaje y cuando habla en el interior de la intervención y se topa con un signo de puntuación.