Etimología de ‘bidé’

El bidé, tal como hoy lo conocemos, lo crearon los franceses (¿quiénes si no?). Como suele ocurrir en estos casos, quien inventa el objeto inventa el nombre. A nuestros vecinos del norte, la posición (poco airosa) que adopta uno sobre este artilugio les recordaba el cabalgar. Por eso lo llamaron bidet, que en francés significa ‘caballito’.

El bidé es, por tanto, un caballito, un poni sobre el que trotamos en pos de la higiene (¡tan difícil!) de las partes más íntimas de nuestra persona.

Una nota de ortografía para terminar con un poco de seriedad: esta palabra se escribe en español bidé, sin la te final del francés. De esta forma se refleja fielmente su pronunciación.