Hay una vieja regla ortográfica que dice que las palabras que empiezan por hue- y por hui- se escriben con hache, por ejemplo: huevo, huelo, huida, etc.
Esto hace que a veces palabras de una misma familia se escriban con hache o sin hache dependiendo de si empiezan por una vocal sencilla o por un diptongo, por ejemplo:
(1) huelo/oler
(2) huevo/óvalo
(3) huérfano/orfandad
Esta alternancia es una complicación que presenta la escritura del español. Lo normal y deseable es que una misma raíz se escriba siempre de la misma manera. Cualquier alteración nos puede hacer dudar a la hora de escribir y, por tanto, se presta a algún que otro patinazo ortográfico.
Sin embargo, la presencia de esa consonante muda no es un capricho. O, por lo menos, no lo era cuando se estaba empezando a fijar la ortografía castellana. Antiguamente, la u y la v eran una misma letra. Se trataba simplemente de dos variantes que no habían diferenciado sus usos. El que sonaran como vocal o como consonante dependía de la posición. Vamos a ver cómo se escribían algunas palabras con este sistema antiguo:
(4) vida: uida
(5) vivir: uiuir
(6) vuestro: uuestro
(7) velo: uelo
El sistema era lioso de por sí. En palabras como (6), una misma letra se pronunciaba primero como consonante e inmediatamente después como vocal. Además, se podían producir confusiones. Imaginemos que alguien quisiera escribir algo así como huelo vuestro velo (¿por qué no?). Teniendo en cuenta que el verbo olere en latín no tenía hache, lo lógico sería que utilizáramos la siguiente grafía:
(8) uelo uuestro uelo.
Para evitar este problema, se empezó a escribir una hache delante de los diptongos que empezaban con u. Esa letra funcionaba como una marca que quería decir: cuidado, aquí hay que pronunciar una vocal y no una consonante. Si añadimos la hache al ejemplo anterior, todo se aclara:
(9) huelo uuestro uelo.
Hoy, en rigor, esa hache no nos haría falta porque la u se ha especializado para la vocal y la v para la consonante. Sin embargo, la ortografía es conservadora. Por eso, la hache de palabras como huelo, huevo y demás se ha mantenido firme en su posición. Y ahí seguirá hasta el día en que una hipotética reforma ortográfica llegue a desterrarla.