Mayonesa y mahonesa son dos variantes igual de válidas para referirse a la famosa salsa hecha a base de huevo y aceite. Hay que tener cuidado, eso sí, de no confundirlas con bayonesa, que es un producto de repostería. Vayamos por partes.
Para nombrar a la salsa, la forma más frecuente es mayonesa, como en este ejemplo:
(1) En esa casa descubrí dos alimentos: la tortilla de papas y la mayonesa [Juan Cruz: Retrato de un hombre desnudo].
Esta primera variante es la castellanización de la palabra francesa mayonnaise. El origen de esta última es incierto, pero se cree que podría ser un derivado ligeramente deformado a partir del nombre de Mahón, que es la capital de la isla de Menorca.
Esto nos permite enlazar con la forma mahonesa. Esta variante reivindica el (posible) origen menorquín del aliño en cuestión. Esta es una cuestión de historia de la gastronomía que ahora nos llevaría demasiado lejos. Desde el punto de vista de la norma lingüística, basta con saber que mahonesa se puede utilizar con toda tranquilidad. El siguiente ejemplo, tomado de una novela de Manuel Vicent, nos viene como anillo al dedo para ilustrar esta explicación:
(2) —¿Con mahonesa o sin mahonesa? —preguntó el solícito camarero. —¿Cómo? Naturalmente que con mahonesa. Estamos en Mahón. Con mucha mahonesa y un poco de pan payés, por favor [Manuel Vicent: La regata].
Después está la bayonesa, que es un dulce que se prepara colocando una capa de cabello de ángel entre dos planchas de hojaldre. En las pastelerías suelen venderlas al corte, en trozos rectangulares. Ya que nos ponemos, también aportaremos un ejemplo:
(3) Jean-Denis recoge en un momento y se va. Lo que nadie sabe es que también ha dejado el desayuno: bollos (cruasán, bayonesa y napolitana), zumo, batido y una descomunal bandeja de fruta fresca [El Mundo (España), 19-11-2012].
El nombre de este dulce, naturalmente, se deriva del de la ciudad francesa de Bayona.
Recuerda: A la salsa puedes llamarla mayonesa o mahonesa; lo que no conviene es echarle bayonesas a la ensaladilla rusa.