Un bus, un autobús o un ómnibus son vehículos de transporte colectivo. Tampoco hace falta una definición más precisa porque no creo que haya lugar a confusión. Lo que me interesa es la historia que hay detrás de estas palabras (y su evolución).
Bus es una forma coloquial que surge por acortamiento de ómnibus. El origen de esta última palabra está en una expresión del siglo XIX que mezcla francés y latín: voiture omnibus, o sea, ‘coche para todos’. Voiture es ‘coche’ en francés, evidentemente, y omnibus es una forma en la que nuestros antepasados romanos eran capaces de embutir el significado completo de ‘para todos’.
Los primeros ómnibus empezaron a circular por París hacia 1820 y supusieron toda una revolución. Por fin, cualquiera podía atravesar la ciudad en coche de caballos. Había que compartirlo con otros 15 o 16 pasajeros, pero ¿qué más se podía pedir por el módico precio del billete?
Lo interesante desde el punto de vista lingüístico es que, a partir de aquí, la terminación -bus se independiza y cobra vida propia. Los responsables fueron los ingleses, que no tardaron en copiar el sistema francés de líneas de ómnibus. Como suele pasar en estos casos, se lo llevaron a casa con nombre y todo, pero la denominación ómnibus no terminaba de convencerlos. Una palabra de tres sílabas resulta kilométrica en inglés, que es una lengua que se caracteriza por su brevedad y su agilidad. Ni cortos ni perezosos, quitaron de en medio las dos primeras sílabas. Acababa de nacer el bus a secas.
Cuando por fin se le acopló un motor de explosión a uno de estos carruajes, hubo que buscarle un nombre para distinguirlo de las antiguallas aquellas tiradas por caballerías. Así fue como surgió el nombre autobús. Un autobús no es otra cosa que un bus que se mueve él solito.
Con el tiempo, bus se ha convertido en una raíz bastante productiva que ha dado lugar a denominaciones como microbús, trolebús o minibús. Al igual que autobús, todos estos son diferentes tipos de bus. Pero no paró ahí la cosa. La raíz bus ha ido entrando cada vez en más palabras y estas se han ido alejando gradualmente del sentido original. Por ejemplo, un bibliobús no es un medio de transporte de pasajeros, sino una biblioteca que se traslada en autobús para llegar a sus lectores. Un bonobús es un billete de diez viajes que tenemos en España (y no sé si en otros países). El bibliobús todavía es un vehículo con sus ruedas y todo, pero el bonobús es un modesto trozo de cartón. Mantiene una relación con el vehículo conocido como bus, es cierto, pero esta se limita a ser el título que autoriza a viajar en él.
Y no solo eso. La palabra bus ha dado el salto al mundillo de la electrónica y la informática. En un ordenador, el bus es un sistema de comunicación que sirve para transmitir datos en paralelo. La conexión semántica con el (auto)bús está en que también transporta algo (impulsos eléctricos o información) y en que además lo hace agrupando varias unidades en cada viaje.
Lo que me interesa de todo esto es, sobre todo, cómo una parte de una palabra a veces llega a cobrar vida propia y a superar con creces el éxito del término original.