Escribe tu relato conmigo (1.ª lección)

El curso Escribe tu Relato Conmigo

A mí me gusta enseñar sobre aquello que conozco de primera mano. Siempre procuro seleccionar cosas que he probado y que he constatado que dan resultado porque me han funcionado a mí o han funcionado con otras personas a las que yo estaba orientando. En el curso Escribe tu Relato Conmigo, yo te voy a echar una mano en los aspectos en que puedo aportar más, concretamente:

a) los mecanismos del lenguaje, y
b) cómo escribir con regularidad, de manera que consigas completar los proyectos literarios en que te embarques para que con el paso del tiempo vayas creando una obra y otra y otra y otra…

Quiero ver la lección en vídeo

¿Prefieres aprender visualmente? Está todo previsto. Te dejo aquí el vídeo de esta lección. Que lo disfrutes.

Formulario suscripción (#5)

Suscríbete
gratis

Los errores de ortografía, gramática y redacción minan la credibilidad. El boletín del Blog de Lengua te ofrece artículos y vídeos semanales para escribir mejor. Recíbelos cómodamente sin ningún coste. Además, te llevarás gratis un manual de acentuación en PDF.

YouTube video

La maquinaria del lenguaje

Mi especialidad es la lingüística. Durante toda mi carrera profesional me he dedicado a familiarizarme con los mecanismos del lenguaje. Por eso, la parte más visible de este curso consiste en jugar con esos mecanismos. En las próximas semanas vas a comprobar de manera práctica qué sucede cuando retiras una de las ruedas dentadas que mueven el sistema o cuando accionas una palanca en lugar de otra. Así vas a percibir qué es lo que aportaba ese elemento que dabas por sentado. Ese conocimiento te va a a ayudar a utilizar esos mecanismos de manera consciente en tu creación literaria, sabiendo qué es lo que aportan en cada momento.

Ese es el programa oficial y evidente, pero ahora te confieso que detrás hay una agenda oculta: conseguir que escribas escribas escribas y no dejes de escribir.

Que la inspiración te encuentre trabajando

Si sigues el Blog de Lengua, sabrás que publico contenido de manera constante y previsible. El resultado es que a lo largo de los años he ido acumulando un corpus de materiales con un volumen considerable. La web del Blog de Lengua cuenta con más de mil artículos y el canal de YouTube acumula ya más de 270 vídeos. Ahora me he embarcado en una nueva aventura que son los cursos del Blog de Lengua. Ya empiezo a acumular también un corpus de cursos. Esto no ha ocurrido por casualidad. Ha sucedido porque tomé unas decisiones que he aplicado de manera consecuente y porque he ido desarrollado unos sistemas y unas rutinas.

Tu creación literaria tampoco va a suceder por casualidad. Es algo que tienes que planificar. La decisión artística más importante que puedes tomar es la de crear (o no). Ahí es donde se juega todo. Tienes que preguntarte si quieres escribir o si no quieres escribir. Y si la respuesta es que sí, tienes que desarrollar una práctica constante y consecuente.

Permíteme que vuelva a mi experiencia personal. Hace muchos años, tomé la decisión de que todas las semanas iba a publicar un artículo en el Blog de Lengua. Yo sé que cada semana toca publicar artículo. Después decidí que todas las semanas iba a publicar un vídeo en YouTube. Todos los jueves hay vídeo. ¿Para qué me sirve esto? Tener un programa de publicación implica que el escribir o el grabar vídeos no es negociable, no depende de mi estado de ánimo, no es algo que tenga que improvisar, no voy a estar buscando un hueco para esa actividad. Toda mi agenda está programada de modo que cada semana haya un artículo en la web, un vídeo en YouTube y una lección para mis alumnos. Unas semanas les dedico más tiempo y otras, menos. Unas veces me salen mejor y otras, peor. Pero lo importante es que siempre están ahí. Me tomo vacaciones de vez en cuando, pero eso también es algo que sucede de manera previsible y programada. Como dijo Camilo José Cela, la inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando.

Si tú quieres crecer artísticamente y crear una obra literaria, es imprescindible también que tomes una decisión consciente y que programes en tu agenda el tiempo necesario para ello. No va a ocurrir por casualidad. Si no está en tu agenda, no existe. Naturalmente, las posibilidades de cada persona son diferentes y van cambiando a lo largo de la vida. No es igual la situación de una mujer que está empezando su carrera profesional o la de un padre que tiene dos niños pequeños o la de un ingeniero jubilado que se ha quedado viudo… Pero siempre hay oportunidades para la creación. Muchas personas me dicen: Yo no tengo tiempo para escribir. Eso se puede interpretar de diferentes maneras. Casi siempre, “no tengo tiempo” significa ‘no es importante’. Otras veces es ‘no me atrevo’.

Los motivos de esta primera actividad

Tu primera actividad constaba de una fase de planificación y la redacción de un primer borrador. Te voy a explicar los motivos para esas dos fases y las restricciones que te he impuesto.

La fase de planificación

Cualquier texto con un mínimo de extensión y complejidad requiere una fase de planificación en la que, por un lado, haces acopio de materiales e ideas y, por otro lado, seleccionas y ordenas esos materiales e ideas. Esto se aplica lo mismo a un cuento que a una novela, un ensayo, una obra de teatro, un discurso político… Quizás se libre de esto la lírica u obras de características muy especiales como colecciones de aforismos, diarios, etc. Por lo general, antes de ponerte a escribir vas a necesitar pasar por esta fase. Bien hecha, te va a aportar perspectivas inesperadas, te va a poner sobre la pista de lo que deseas encontrar y, sobre todo, va a reducir o incluso eliminar la ansiedad de la página en blanco. Cuanto más extensa y más compleja sea la obra, más importante es esta fase.

El borrador birrioso

Para escribir bien hay que escribir mal. Esto es así en dos sentidos. A lo largo de tu trayectoria creativa, vas a necesitar escribir unas cuantas obras regularcillas (y alguna que otra francamente mala) antes de llegar a producir algo que merezca la pena. Los seres humanos somos así. Necesitamos meter la pata una y otra vez hasta que vamos atinando con la fórmula. Quien quiere aprender repostería sabe que tiene que quemar unos cuantos bizcochos y que otros se le van a quedar crudos. Es la única forma de llegar a hornear el bizcocho de tus sueños. Para llegar a cantar aceptablemente, hay que pasar meses o años desafinando. La literatura no es una excepción. Si no estás en disposición de enfrentarte a obras imperfectas, francamente mejorables o incluso malas, despídete. No hay alternativa.

Por si fuera poco, cada vez que empiezas una nueva obra, tienes que volver a escribir mal. Cuando te sientas a escribir un cuento, una novela, una obra de teatro o un poema épico en veinte tomos, te sientas a escribir un primer borrador birrioso. No hay escapatoria. Y sin embargo, aquí es donde se hace o se deshace toda la obra. El punto donde se abortan casi todas las creaciones literarias es este.

Lo que te conviene hacer en esta fase es ponerte a escribir como si no hubiera un mañana. Si consigues escribir de cabo a rabo ese primer borrador birrioso, casi todo lo demás tiene solución.

En fin, esta era la filípica que te tenía que soltar por hoy. Habrá más a lo largo de las próximas semanas.