Participios irregulares

El participio acumula una cantidad considerable de irregularidades. Como mínimo, te vas a topar con las siguientes dificultades:

Tu hijo lo ha rompido

Existe un conjunto limitado y cerrado de verbos que construyen su participio de manera irregular. Los hablantes nativos los vamos aprendiendo uno a uno durante la infancia mediante el procedimiento de prueba y error. Nuestros mayores nos corrigen con regocijo formas regulares como esta:

(1) rompido

Cuando un niño construye ese participio, está procediendo con toda la lógica del mundo. Ya ha entendido cuál es la regla que subyace a comido o dormido. Simplemente, la aplica de manera consecuente. Lo que no sabe todavía es que esos procesos no se extienden a ciertos verbos. Los estudiantes de español como lengua extranjera necesitan hacer ese mismo trabajo, pero ya más creciditos y mediante un estudio consciente y estructurado.

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La lista de participios irregulares

Te doy la lista de verbos cuyos participios son irregulares. Es útil por igual para hablantes nativos y extranjeros:

(2) abrir > abierto

(3) absolver, disolver, resolver > absuelto, disuelto, resuelto

(4) cubrir > cubierto

(5) decir > dicho

(6) escribir > escrito

(7) hacer, satisfacer > hecho, satisfecho

(8) morir > muerto

(9) poner > puesto

(10) romper > roto

(11) ver > visto

(12) volver > vuelto

Participios irregulares caídos en la batalla de la historia

Estos participios irregulares constituyen un grupo cerrado de fósiles lingüísticos que hemos heredado del latín (y alguno que se añadió en época romance). El conjunto ya no crece. Si mañana cae en desuso uno de sus integrantes, el conjunto se encogerá irremediablemente. Nunca se recuperará de esa pérdida por la sencilla razón de que ya no entran nuevos miembros en ese selecto club. De hecho, el grupo de participios irregulares fue más numeroso en el pasado, pero muchos de sus miembros se vieron desplazados a lo largo de la historia por los participios regulares, que tienen más vitalidad. Algunos desaparecieron sin más. Te ofrezco ejemplos de participios irregulares caídos en la batalla de la historia. Al lado anoto la forma regular que acabó imponiéndose:

(13) dividir: diviso, dividido

(14) querer: quisto, querido

(15) cocer: cocho, cocido

Participios irregulares que sobrevivieron con heridas

Otros se mantienen en circulación, pero han perdido su naturaleza verbal y han quedado reducidos a la mera condición de adjetivos. He aquí algunos ejemplos de adjetivos de hoy que son participios de ayer:

(16) abstracto < abstraer

(17) convicto < convencer

(18) nato < nacer

(19) poseso < poseer

Alguno de estos antiguos participios se ha convertido en adverbio:

(20) incluso < incluir

Participios irregulares de verbos derivados

Lo que acabo de explicar se refiere a participios que fueron y han dejado de serlo. Retomo ahora los verdaderos participios irregulares, es decir, los que siguen en funcionamiento como tales en la lengua actual. La lista es breve, como vimos al principio del apartado; pero vamos a ampliarla un poquillo: las irregularidades se extienden a los verbos derivados. Estos son unos pocos ejemplos:

(21) abrir > entreabrir > entreabierto

(22) hacer > rehacer > rehecho

(23) decir > contradecir > contradicho

Sorpresas de los participios irregulares

Sin embargo, te vas a encontrar alguna que otra sorpresa. Acabas de observar que los verbos que se forman a partir de decir mantienen el participio irregular. Sin embargo, existen dos derivados que se apartan de esta regla:

(24) bendecir

(25) maldecir

Estos dos forman sus participios de manera totalmente regular:

(26) bendecido

(27) maldecido

Te muestro su uso en un ejemplo:

(28) Mi madre me ha bendecido.

Las formas bendito y maldito existen, pero no son verdaderos participios, sino simples adjetivos. No puedo utilizarlas en la conjugación, pero sí me sirven para combinarlas con sustantivos:

(29) agua bendita

(30) poetas malditos

Un participio incorrecto que es correcto

El verbo escribir cuenta con una peculiaridad curiosa. Su participio es irregular:

(31) escrito

No obstante, la forma regular escribido se emplea de manera humorística en una expresión idiomática:

(32) ser muy leído y escribido

Encontrarás la expresión en el Diccionario de la lengua española si acudes este artículo:

(33) leído, da

La expresión ser muy leído y escribido se refiere a una persona muy instruida; pero, más a menudo, a quien quiere aparentar que lo es. Te muestro un ejemplo que recojo de Las aventuras de don Chipote de Daniel Venegas:

(34) Atragantándose por la emoción, buscó don Chipote al cuatezón que según él era el más leído y escribido del mundo.

La obra de Venegas tiene su interés histórico y cultural. Se publicó en 1928 y es la primera novela chicana de la historia.

Un par de participios irregulares un tanto lúgubres

Existe un verbo que expresa una noción un tanto desagradable y se conjuga de manera especial:

(35) pudrir/podrir

Este verbo presenta las dos variantes que indico arriba. Sin embargo, el único participio válido es podrido. Te conviene conocer esta irregularidad. La conjugación del verbo en sí es bastante peculiar. No me puedo ocupar ahora de ella. Por eso, te remito al artículo pudrir en el Diccionario panhispánico de dudas.

Además, el participio irregular muerto presenta un uso destacable. Suele sustituir al participio de matar en la pasiva perifrástica. El verbo matar cuenta con un participio perfectamente regular:

(36) matado

En principio, nada impide formar una pasiva como esta:

(37) César fue matado por Bruto.

Sin embargo, en la práctica se prefiere esta otra versión:

(38) César fue muerto por Bruto.

Hablaremos de la pasiva cuando lleguemos al apartado que les dedico a las perífrasis. Antiguamente, este curioso uso de muerto se extendía incluso a los tiempos compuestos de la conjugación. Hoy día, formamos así los tiempos compuestos de matar:

(39) he matado, has matado, ha matado…

Sin embargo, en periodos anteriores eran comunes formas como la de este ejemplo de Lope de Vega, que contiene las últimas palabras del rey Filipo en La grandeza de Alejandro:

(40) ¡Ay, que me han muerto!

Este uso tiene su explicación. Morir tuvo en tiempos un significado adicional. Morir a alguien era matarle. Técnicamente, diríamos que poseía también un valor causativo (además del que encierra en la lengua de nuestros días).

Participios irregulares o fuertes

Antes de cerrar este apartado, quiero añadir una pincelada terminológica que va acompañada de una nota sobre cierta característica de los participios irregulares. A estos se los conoce también como participios fuertes. Todos ellos comparten una característica que los diferencia de los participios regulares (o débiles): la posición del golpe de voz. En los participios regulares, el golpe de voz se sitúa en la terminación -ado, -ido:

(41) acabado [akabádo]

(42) traído [traído]

(43) reído [rreído]

En cambio, en los participios irregulares, el golpe de voz recae en la raíz verbal:

(44) dicho [dícho]

(45) cubierto [kubiérto]

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