He publicado ya un par de artículos dedicados especialmente a escritores. Me siento muy honrado con la gran acogida que han recibido. Prometí que habría más si detectaba interés. Por eso, hoy traigo un nuevo artículo para escritores. Va a ayudar sobre todo a quien está ahí, en el borde, sin decidirse a dar el paso. También a quien lo intenta, pero no consigue los resultados que desea. Voy a hablar sobre lo que significa hoy día el éxito. Qué es el éxito para un escritor y cómo conseguirlo. El mundo ha cambiado y los escritores necesitan moverse con él. Si tienes suficiente flexibilidad, el éxito te está esperando. Es solamente cuestión de que te decidas a reclamarlo.
El éxito de un escritor no se mide por el número de lectores. No es una cuestión de cantidad, sino de calidad. Necesitas encontrar a las personas justas. Se trata de crear una conexión con quienes se pueden beneficiar de lo que escribes. Eso te permite dejar huella, tener un impacto positivo en el mundo, cambiar vidas, crecer como creador y… ¿quién sabe?, quizás incluso obtener tus recompensas. Las recompensas están ahí para quien las quiera buscar. La fortuna ayuda a los valientes.
Tampoco hay un género prestablecido. Lo puedes lograr con narrativa, con poesía, con un pódcast, con vídeos de YouTube, con manuales de autoayuda, con una página web en la que hablas sobre arte y tradiciones populares… Ese es el reto y esa es la riqueza del mundo actual, de la cultura de nuestros días: cada cual ha de encontrar su camino, su medio, su género, su estilo y, sobre todo, su público. El público está ahí esperando a que alguien lo venga a buscar. Tú eliges tu público. La magia de Internet es que hace viables publicaciones y aventuras creativas e intelectuales que no encontraban cabida en el mundo de la imprenta.
La cuestión no es si te leen cincuenta, mil o doscientas mil personas. La clave está en que sean las personas adecuadas, las que están preparadas para entrar en tu mundo, para conectar contigo, para apoyar tu causa, para beneficiarse de todo lo que tu alma, tu corazón y tu cerebro pueden y deben dar al mundo. Porque tú tienes mucho que ofrecer y el mundo merece que consumes el acto de generosidad que es sacarlo a la luz.
Tu libro, tu pódcast, tu blog no es para todos. Es para unos cuantos. Lo importante es que congregues una comunidad, un núcleo que se interese por lo que escribes, por lo que creas. Sal ahí y encuentra un grupo de personas que te quieran oír. Si consigues que se acerquen a ti doscientos, cien o cincuenta seres humanos con quienes puedas hablar de manera sincera y personal, ya habrás logrado tu éxito como escritor. Y, cuando digo escritor, quiero que lo entiendas en un sentido amplio. Internet ha roto los esquemas de los géneros y de los medios.
Escritor es quien escribe ¡y publica! ¿De qué? De algo que otro ser humano quiera leer o escuchar o ver. ¿Dónde? Puede ser en un libro impreso, en un libro electrónico, en una página web, en un pódcast, en forma de audiolibros, como vídeos cortos… Créeme, si comienzas a escribir una obra del tipo que sea y la terminas, ya has conseguido más que el noventa y cinco por ciento de la humanidad. Si además la publicas, vas por delante del noventa y nueve por ciento. La gracia del asunto está sobre todo en la última parte: publicar, dar a conocer, llegar a otro ser humano, conectar con alguien, mejorar el mundo, cambiar vidas…
Ese trabajo constante de escribir y publicar es el que te va a curtir como escritor. Es el que va a servirte para perfeccionar tu arte, para afinar tu técnica, para crecer como autor. Una ventaja colosal que ha traído Internet es que acorta el ciclo y facilita la retroalimentación. Antiguamente, un escritor necesitaba años para completar una obra y publicarla. Las reacciones de los lectores no le llegaban fácilmente. Hoy día tú puedes escribir y publicar todas las semanas o incluso a diario. Y, sobre todo, vas a recoger al instante las impresiones y reacciones de tu público. En otro momento hablaré de eso porque también me interesa. Esa inmediatez necesita que aprendamos a gestionarla, pero es un instrumento poderosísimo que tienes a tu disposición y del que carecían quienes escribieron antes que tú.
Internet es una máquina formidable que está creada para conectar. Parece que conecta ordenadores, pero en realidad lo que vincula son mentes. Teje una madeja planetaria en la que estamos todos enredados para bien y para mal. A los efectos que me interesan en este momento, te conecta a ti con tus lectores y los conecta a ellos unos con otros en comunidades virtuales que se extienden a lo largo y ancho del planeta. Por un lado, es una imprenta con esteroides porque le da al escritor una palanca mil veces más poderosa que los renglones de una página impresa. Por otro lado, es una vuelta a la inmediatez, a la discusión en pequeños círculos, al contacto inmediato entre el autor y su público. En cierto modo, esta capacidad para entablar diálogos nos devuelve al mundo y a la cultura de antes de la imprenta, a las conversaciones que mantenía Sócrates con Platón y con un puñado de amigos que se reunían a pasar las tardes en Atenas. Es un diálogo constante e inmediato que se amplía indefinidamente.
El éxito ya no consiste en que un crítico más o menos prestigioso te señale con el dedo y diga que perteneces al número de los elegidos. Ya no consiste en publicar con una editorial de postín. En el mundo de comunidades virtuales que se va configurando gracias a Internet, cada vez cuesta más trabajo mantener la ficción del prestigio otorgado por los críticos profesionales y por las editoriales que deciden a quiénes dan la palabra y a quiénes se la quitan. Hoy día, la editorial eres tú. La editorial son todos los canales de texto, audio o vídeo que tienes a tu disposición para difundir tu mensaje a la velocidad de la luz por todo el planeta. Y los críticos son todos y cada uno de tus lectores, de tus seguidores, que van a dejar su opinión en forma de reseñas, comentarios, me gusta… que van a compartir tus publicaciones en sus grupos de WhatsApp, en sus perfiles de redes sociales…
Internet pone a tu alcance un éxito más cercano que el de la imprenta. Conseguirlo depende de ti. Está ahí, esperando a que des el paso, a que levantes la mano, a que digas: quiero conseguir el éxito. Tienes que quererlo, eso sí, tienes que soportar la frustración de equivocarte una y otra vez, necesitas la humildad que te permita estudiar y aprender. Y, por encima de todo, tienes que hacer el trabajo. Tienes que presentarte a diario a cumplir con tu tarea: estudiar todos los días, escribir todos los días, escuchar, abrir los ojos, pedir ayuda cuando es necesario y publicar publicar y publicar. Cada nueva publicación es una oportunidad para conectar con un ser humano. Esa conexión es tu éxito. Vas a fracasar hasta que lo consigas. No te rindas. No lo dejes. Depende de ti. Si lo quieres, lo vas a conseguir.
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