Te voy a mostrar un uso coloquial que resulta también muy idiomático. A veces usamos esta construcción:
(1) {esto/eso/aquello} de + sustantivo
Te la muestro en acción con un ejemplo:
(2) Eso del chorizo vegano a mí no me convence.
Estas construcciones se utilizan para referirse a algo que ha aparecido previamente en una conversación o que está presente de alguna manera en el contexto. Casi siempre sirven para marcar distancia: es una manera de expresar nuestro escepticismo, desconfianza, desconocimiento, antipatía o similar ante una realidad. Pues bien, esta construcción funciona perfectamente con el infinitivo:
(3) Eso de comer proteína de guisante lo dejo para quien le guste.
Estas construcciones son interesantes lo mismo para el estudiante de español como lengua extranjera que para el hablante nativo. Observarlas te ayuda a entender mejor las estructuras que son perfectamente normativas, pero que pertenecen a los registros más informales. Muchas personas tienen el concepto equivocado de que hablar bien equivale a hacerlo de forma engolada.
Al contrario, lo que caracteriza a quien domina el idioma es la capacidad de moverse en diferentes registros: sentirse en casa lo mismo pronunciando una conferencia que jugando una partida de cartas el sábado por la tarde. En cambio, quienes carecen de formación lingüística están confinados dentro de un único registro. A menudo, se trata del más coloquial, pero también sucede que quienes quieren disimular sus inseguridades lingüísticas se pasan de un extremo al otro: le declaran la guerra a lo coloquial y espontáneo. Por parecer cultos acaban cayendo en lo pedante. Como decimos en mi pueblo, huyendo de Málaga acaban en Malagón.