Es muy frecuente oír expresiones como:
(1) Juanito, ¡no te lo voy a volver a repetir!
Este es un caso de lo que se denomina redundancia, que consiste en presentar la misma información por partida doble. En la oración anterior hubiera bastado con decir:
(2) Juanito, ¡no te lo voy a repetir!
Repetir ya significa ‘decir de nuevo’, por lo que volver resulta redundante. Estas expresiones surgen por afán de expresividad, para compensar el desgaste de ciertas formas. A la madre que dice la oración del primer ejemplo le sabe a poco el verbo repetir para expresar la idea de reiteración y por eso lo refuerza con volver a.
La norma por lo general rechaza las expresiones redundantes. No obstante, cuando se asientan pueden llegar a convertirse en correctas. Por ejemplo, el pronombre conmigo surge históricamente por refuerzo de una forma ya desgastada. Hoy es la única posibilidad correcta: nadie dice con mí.
¿Te atreves con un ejercicio? A ver qué tal se te da identificar y corregir expresiones redundantes.