La palabra monstruo viene del latín monstrum a través de una forma vulgar monstruum. Esta, a su vez, se deriva del verbo monere, que significa ‘advertir’. Un monstruo era un aviso, una advertencia que enviaban al mundo las fuerzas sobrenaturales.
Originariamente, la palabra se utilizaba para referirse a un portento de la naturaleza, pero muy especialmente a un ser deforme. En la Antigüedad, cuando nacía un niño o un animal con algún tipo de malformación, se creía que eso era un aviso: los dioses nos enviaban estas criaturas como señal de que iba a suceder algo terrible. Esta creencia se mantuvo bien viva durante la Edad Media y todavía en el inicio de la Edad Moderna. De ello da testimonio Covarrubias en su Tesoro cuando habla de la palabra monstruo:
MONSTRO, es cualquier parto contra la regla y orden natural, como nacer el hombre con dos cabeças, quatro brazos, y quatro piernas; como aconteció en el condado de Urgel, en un lugar dicho Cerbera, el año 1343, que nació un niño con dos cabeças, y quatro pies. Los padres y los demás que estavan presentes a su nacimiento, pensando supersticiosamente pronosticar algún gran mal, y que con su muerte se evitaría le enterraron vivo. Sus padres fueron castigados como parricidas, y los demás con ellos.
Como es habitual en el Tesoro, se mezcla en este artículo lo lexicográfico con lo enciclopédico. A nosotros nos interesa sobre todo porque nos muestra el significado etimológico de monstruo. A partir de esta acepción se fueron desarrollando otras como ‘criatura prodigiosa o sobrenatural’ (no necesariamente deforme, pensemos en demonios, genios, etc.), animal de tamaño descomunal, hombre o mujer cruel, etc.
Así que ya sabes: cuando te encuentras con un monstruo en una película o en un libro, lo que tienes ante ti es una advertencia de los dioses, al menos etimológicamente.