El leísmo

El leísmo es un uso antinormativo que consiste en utilizar el pronombre le(s) para el complemento directo:

(1a) Comenta que las autoridades les recogieron en la playa [Abc, 22-9-2007].

En el ejemplo anterior, la norma exige esto otro:

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(1b) Comenta que las autoridades los recogieron en la playa.

El sistema etimológico de pronombres personales átonos (es decir, el heredado del latín) únicamente comprende los pronombres lo(s), la(s) para la tercera persona del complemento directo, tal como se utilizan en los dos ejemplos siguientes:

(2) Yo lo conocí el mismo día que a Bertolt Brecht [Ramón J. Sender: Álbum de radiografías secretas].

(3) También los saludamos con efusión [Azorín: En lontananza].

Estas formas son las corrientes en Andalucía y América y son siempre correctas.

De todas las variedades de leísmo, solo el de persona singular masculino está aceptado en la norma. Esto es lo que encontramos en (4):

(4) Esto leía el pobre Pere cuando le mataron [Eduardo Mendoza: La verdad sobre el caso Savolta].

Además existen estos otros tipos, todos ellos considerados incorrectos:

a) Leísmo de cosa:

(5) —No, no me lastimes y te le daré [el anillo] [Mariano José de Larra: El doncel].

b) Leísmo de persona masculino plural:

(6) Les persiguieron, les encarcelaron y les condenaron por practicar la poligamia [Fernando Arrabal: La torre herida por el rayo].

c) Leísmo de persona femenino (tanto en singular como en plural):

(7) Si no por Isabel, vaya si me echo novia allí, que le conocí a una tal Rosita, sobrina de un cura, como para volverle loco a cualquiera [Rafael Sánchez Mazas: La nueva vida de Pedrito de Andía, tomado de DPD: leísmo].

El leísmo femenino ha existido tradicionalmente en el País Vasco y territorios limítrofes, pero hoy tiene una nueva fuente en hablantes laístas que por ultracorrección incurren en leísmo.

Para complicar más las cosas, existen ciertos casos especiales, como el denominado leísmo de cortesía, el uso del pronombre le(s) en construcciones impersonales con se, la alternancia de régimen de los verbos de afección psíquica, las construcciones causativas formadas con los verbos hacer y dejar o los cambios de régimen que están experimentando ciertos verbos.

No hay ninguna prueba o truco que nos indique de forma sencilla y fiable si estamos utilizando el pronombre correctamente. Al final, la cuestión se convierte en un problema de diccionario. El DPD nos proporciona ayuda en muchos casos dudosos, pero no es exhaustivo, por lo que no siempre nos sacará de apuros.

Con el leísmo, la norma le quita la razón a Castilla y se la da a Andalucía y América, que se han mantenido fieles al uso etimológico. Esto indica que la norma (por más que se haya orientado tradicionalmente hacia el habla de Castilla) no coincide plenamente con ninguna variedad regional concreta.

El leísmo no es ningún invento reciente. Las vacilaciones entre le y lo son constantes desde la Edad Media. Para que el hablante leísta se consuele, le diremos que está en buena compañía. Bastantes de nuestros clásicos eran leístas. Como muestra, basta un botón de Cervantes:

(8) Cerró el papel Rutilio con intención de dársele a Policarpa [Miguel de Cervantes: Los trabajos de Persiles y Sigismunda].

Haz unos ejercicios muy sencillos. Te vendrán bien para afianzar la teoría.