El tuteo y las formas de tratamiento son una de las áreas donde el idioma se está moviendo desde el siglo XX hasta nuestros días. Además, este es un ámbito en el que se registran diferencias considerables entre países, regiones e, incluso, entre hablantes individuales. Dominar sus sutilezas es fundamental para escribir mejor.
A continuación, voy a compartir contigo algunas reflexiones. Mi propósito es ponerte sobre la pista para que llegues a conclusiones acertadas.
A lo largo de los Siglos de Oro, el antepasado de nuestro actual usted fue desplazando al antiguo pronombre reverencial vos. Sin embargo, quien a hierro mata a hierro muere. En nuestros días, tú está comiéndole el terreno a la forma de respeto usted.
Por ejemplo, en la España actual, el tuteo es la forma normal de dirigirse a una señora de ochenta años en un hospital:
—María, ¿qué tal has comido?
Desde hace décadas, en mi país se registra una marcada tendencia a lo informal. Esto afecta a al trato social en su conjunto y, naturalmente, tiene su reflejo en el idioma. El usted se está quedando obsoleto. Ahora lo que se lleva es el tú.
Muchos achacan los avances del tuteo a la influencia del inglés. Como sabes, en esta lengua no existe el equivalente de nuestros pronombres de confianza (tú) y respeto (usted), sino que con you se despacha a todo el mundo. Además, el pronombre you del inglés sirve lo mismo para el singular que para el plural (eso sí que es un pronombre bien aprovechado).
Sin embargo, esto no quiere decir que un hablante de inglés sea incapaz de marcar estas diferencias. La cercanía o distancia entre los interlocutores se muestran por diferentes medios. Uno de ellos es el uso del nombre (“Peter”) o del apellido (“Mr. Smith”). Esto se nota, por ejemplo, en los malos doblajes de películas. Seguro que alguna vez te ha llamado la atención cómo repiten hasta la náusea el nombre de pila. Hay que decir en su descargo que eso también está relacionado con las necesidades de la sincronización. Te doy un ejemplo para que te hagas una idea de a qué me refiero:
—¿Disfrutaste de la cena, Mary?
—¡Oh, Peter, fue una cena maravillosa!
—Para mí también lo fue, Mary.
—Era una atmósfera tan especial, Peter…
—Nunca me había sentido antes de esta manera, Mary.
Y así sucesivamente. En inglés esto puede mostrar cercanía. En español, en cambio, es la forma más segura de que te manden al cuerno por pesado.
Probablemente, esta tendencia hacia lo informal, que va arrinconando el usted, más que una influencia lingüística del inglés sea una influencia cultural del estilo de vida estadounidense.
En las formas de tratamiento se cruzan lo lingüístico y lo cultural. Una parte está anclada en la gramática. Por ejemplo, ahí se sitúan la existencia (o inexistencia) de pronombres de respeto y de confianza en una determinada lengua. El español y el francés los tienen. En cambio, el inglés carece de pronombres diferenciados para lo uno y lo otro.
Otra parte tiene que ver con convenciones sociales y culturales que varían, incluso para una misma lengua, en tres dimensiones: el tiempo, el espacio y los grupos sociales.
Cuando viajamos por el mundo, esas diferencias enseguida nos llaman la atención. Cualquiera que haya estado en Alemania o en Francia se habrá dado cuenta de que en estos países se utiliza mucho más el usted. Y no solo eso. En Alemania grados académicos como el de doctor gozan de un enorme prestigio. Sin ir más lejos, eso lleva a algo que a mí me sorprendía en mis primeras experiencias con la cultura germánica. La línea aérea Lufthansa o la compañía ferroviaria Deutsche Bahn dan la opción de incluir la abreviatura Dr. delante del nombre cuando expiden un billete. Eso mismo sería impensable en España.
Aun así, dentro de la formalidad, también se detectan diferencias entre los diferentes países de habla alemana. Los austriacos son más dados a lo formal. Eso da pie a que los títulos académicos se utilicen más a menudo en la vida diaria. No es raro que la gente ponga en el buzón o en la puerta de casa que es ingeniero o licenciado:
Ing. Baumann
Mag. Böhmer
Esto es algo que comparten austriacos y checos, que hablan lenguas diferentes; pero formaron parte del Imperio austrohúngaro.
Nunca se me olvidará la boda de mis amigos Martina y Boris. Ella era austriaca y él, alemán. Se conocieron en la República Checa y se casaron al poco tiempo en un pueblecito de los Alpes austriacos. A la boda acudieron alemanes, austriacos, checos y este español que escribe. Pues bien, la primera vez que el alcalde se dirigió a los novios durante la ceremonia lo hizo así:
—Estimada licenciada en artes Müller, estimado licenciado en filosofía Schmidt…
A mí aquello me pareció un poco ceremonioso, pero bueno, ya se sabe cómo son estos centroeuropeos… Si la cosa hubiera quedado ahí, tampoco hubiera pasado nada. Lo que ocurre es que cada vez que el alcalde los nombraba lo hacía con el título completo. Al cabo de un rato, yo procuraba disimular, a los alemanes se les escapaba la risita, y los austriacos y checos seguían como si tal cosa. Hacia el final de la ceremonia los alemanes se tronchaban de risa, los austriacos y checos los miraban con cara de pocos amigos y yo pensaba: “Esto lo tengo que contar en casa”.
Y eso es lo que estoy haciendo porque esta anécdota ilustra perfectamente cómo las diferencias en los tratamientos solo en parte son lingüísticas. El resto es social y cultural, y, por tanto, transversal a diferentes lenguas.
He creado un módulo completo para ayudarte a dominar el tuteo y las formas de tratamiento. Mereces escribir mejor. Matricúlate ya:
Caro Alberto:
Hay muchos aspectos que mencionar en tu estupenda nota. El primero de ellos está en las formas verbales de las lenguas francesa y alemana, que son más «fáciles» de asimilar en el tratamiento formal, que en el informal. En francés, «vous voulez» suena mejor al oído que «tu veux».
En alemán, a su vez, el verbo utilizado con el pronombre personal «Sie» es igual al infinitivo, sin ninguna desinencia ni irregularidad.
Por lo menos, a un hablante extranjero, esos detalles del francés y el alemán llaman muchísimo la atención, puesto que es más natural el ustedeo que el tuteo, al hablar en esos idiomas.
En Francia, quienes tutean a casi todos son los árabes, puesto que en su lengua tampoco hay esa diferencia que tenemos en castellano. ¿Quién nos podría decir si eso ocurre también en Alemania (o en Austria, si tomamos en cuenta la anécdota que nos cuentas)?
En la página oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de España (mae.es), hay un dato muy interesante, en el apartado de SEGURIDAD CIUDADANA de las Recomendaciones de viaje, a los viajeros españoles que van a Chile (consejo que no he visto en referencia a otros países), el siguiente:
«La gente es en general educada. Conviene tener presente la diferencia en el trato entre españoles e iberoamericanos, pues tienden a ser éstos últimos más ceremoniosos y formales. El tuteo es menos usado que en España, aunque es característico chileno el “ustedeo” de afecto.»
Saludos,
Isac Nunes
Alberto:
Deberías escribir sobre el ustedeo como tratamiento único (Colombia, Costa Rica) que aparentemente se daba en Chile en zonas rurales el siglo pasado.
El ustedeo de afecto es muy curioso. Por una parte están los esposos, padres e hijos, nietos y abuelos que se tatan mutuamente de usted. Esto se da incluso, rarísimas veces, entre hermanos. Por otra parte, el ustedeo de afecto en Chile se realiza en momentos especiales, como por ejemplo al usar la palabra “compadre” o “comadre” que prácticamente exigen el tratamiento de usted, incluso ente quienes se tutean.
Ejemplo inventado:
Ven, por favor. Pero, compadre, no se haga de rogar.
Hola Aberto, para no existir el tratamiento de usted en inglés, como bien dices, hay que ver cómo abusan de él en los doblajes, que yo no sé por qué lo harán…
Y, por otra parte, para tratamiento de cortesía, el japonés: los pronombres personales varían en función de la formalidad (y son cuatro niveles para la primera persona y tres para la seguda) y, a veces también, en función del género del la persona que habla. Es decir no usas el mismo pronombre (p.e. yo) para dirigirte a tu novia, a tu jefe, al emperador o bien si eres hombre o mujer.
Y eso para los pronombres, porque lo más habitual cuando hablas con alguien, es dirigirte a él bien por su nombre o bien por su título o profesión. Aparte, los nombres suelen tener sufijos que marcan la jerarquía social de los interlocutores (p.e. Tanaka-san), quedando únicamente sin sufijo los tramientos de más confianza. Tal es la variedad que, incluso, hay uno que indica que la persona con la que hablas estudia o desarrolla el mismo trabajo que tú, pero que empezó antes y, por lo tanto, tiene más experiencia.
Saludos!
El uso del tuteo viene dictado por un deseo igualitario, no sólo en español. El uso reverencial (Usted) es además un uso construído sobre el plural (Vos) para marcar la distancia. En el sueco se utilizaba la tercera persona (?qué desea el profesor? ?se encuentra a gusto la señora?) y se trató de imponer el vos (Ni) por la clase obrera. Pero todo terminó en el uso generalizado del Tú (du) para todos. En francés lo que se trató de suprimir es el “tú” y usar el “Vous” para todos.
Y en inglés el viejo Tú (Thou) se usa solamente para hablar con Dios.
Otra costumbre que se está imponiendo hoy es el uso del pre-nombre (llamado “de pila”), incluso en asuntosoficiales, dejando a un lado el apellido. Lo cual está creando problemas de identificación cuando se trata de resolver algún asunto burocrático o personal. El uso de apellidos maternos en español es útil para identificar mejor a las personas. En árabe es un lío tremendo. En islandés se llamaba una persona por su pre-nombre y se la identificaba por su apellido: “hijo o hija de” (“-son” o “-dottir”), haciendo que el apellido variara constantemente: “Me llamo Fulano y soy hijo de Tal”. Yo me llamo José Luis y soy hijo de Ramiro (es decir Ramírez) que además procede del nórdico Radamiro (que denomina al Consejero) Mellamo pues “Rådmansson”. Los visigodos nos dejaron una amplia herencia patronímica.
Siempre me he preguntado por qué ha proliferado tanto el tuteo en los últimos años en España y no así en el resto de Europa. En los años 50 era inconcebible entrar en un comercio y tratar al tendero de tú a no ser que fuera un comercio de muy muy cercana confianza (y a veces ni con esas). Eso no sucede jamás en Francia ni en Italia, donde durante mi Erasmus me quedó muy claro –al ver sus caras– que jamás debía dirigirme a un tendero de tú ni despedirme con un Ciao. Eso, lamentablemente, se ha perdido por completo en nuestro país y está a un paso de convertir nuestras relaciones en algo vulgar y tosco. Cabe la excepción en el caso de los hospitales, en los que el tuteo me sigue pareciendo básico para una relación de confianza entre el profesional de la salud y el paciente.
Estimado Alberto… bueno, soy chileno “radicado” en Hungría. En 1988 fui por un corto tiempo a Chile, cuál sería mi sorpresa cuando con mi acompañante entramos a una tienda y le dijo al empleado “Oye Juan muéstrame esos pantalones”. Quedé de una pieza y le dijo, si esto lo haces en Hungría o Austria o el País Checo, te sacan volando por insolente… Ohhh acá es común ahora, me respondió. Me quedé pensando, para mí jamás lo podrá ser. En Hungría NUNCA se puede tutear ni a un mayor ni a una mujer, excepto si lo autorizan. Por otra parte se puede tutear, autorizado, al jefe siempre y cuando se le anteponga el título académico o profesional. Profesor János, Maestro Tamás… etc. Me quedo ya para siempre, con mis viejos Usted y Tu para demostrar mi respeto y en muchos casos, mi cariño.
Gracias una vez más.
¡Excelente! En Argentina, al menos en las grandes ciudades, la tendencia a la informalidad viene consolidándose cada vez más. Es un fenómeno que comenzó hace décadas. Nuestro dialecto, como se sabe, es voseante; sin embargo, a la hora de invitar a la informalidad, decimos: “Podés tutearme”. Además, nos saludamos y nos despedimos con un beso rápido en la mejilla: hombres con mujeres, mujeres con hombres, hombres con hombres, mujeres con mujeres; esta costumbre alcanza a las relaciones de familia, de amistad, de trabajo, de estudio; también a las presentaciones en situaciones informales. No es infrecuente, por ejemplo, ver a dos agentes de policía saludarse de esta manera en una esquina o a la puerta de una comisaría… Tiempo atrás, un inglés que estaba de visita en Buenos Aires por primera vez me dijo que admiraba a la Argentina por su insospechado liberalismo en las costumbres: había presenciado una escena de ese tipo y concluía que aquí las fuerzas de seguridad admitían sin problema alguno a los homosexuales. Al día siguiente, su sorpresa fue aun mayor: había ido a un partido de fútbol y vio que la mayoría de los jugadores de un equipo saludaban con un beso a los del otro…
Sí, en efecto, en España vemos a médicos tratando de tú a las personas mayores. Pero resulta que si las personas mayores trataran de tú a los médicos, estos se quedarían muy sorprendidos ante esa ‘falta de respeto’. ¿Quién lo entiende?