Domingo viene de dominicus (dies), ‘día del señor’.
Nuestra semana de siete días es la semana romana. En esta, los días tomaban su nombre de los astros del sistema solar. Nuestro domingo era para los romanos el día del sol. Hoy se conserva memoria de esto en las lenguas germánicas, que aún lo llaman así, por ejemplo, inglés Sunday o alemán Sonntag.
En nuestra tradición religiosa este es el día en que resucita Cristo y por eso se le consagra a él desplazando al sol. Las lenguas románicas están de acuerdo en esto: en castellano, portugués y gallego lo llamamos domingo, en catalán diumenge, en francés dimanche, en italiano domenica, en rumano duminică, etc. Este día acabó también imponiéndose frente al sábado como día de celebración religiosa para los cristianos.
Covarrubias lo explica así en su Tesoro de la lengua castellana:
DOMINGO, el día del Señor […] En la ley antigua se celebraba la fiesta del sábado en memoria de que Dios, habiendo criado el mundo —y al séptimo día, que tiene por nombre sábado—, descansó y cesó de la obra de la creación […] Pero en la ley de Gracia, por memoria de que el mesmo Señor que crio este mundo y al hombre, tomando nuestra humanidad el Verbo Divino, segunda Persona de la Santísima Trinidad, le reparó con su Encarnación, Pasión, muerte y Resurrección, en memoria deste tan grande beneficio, los cristianos pasaron la celebridad y fiesta al día siguiente del sábado, en el cual el Señor resucitó glorioso, impasible, habiendo descansado de la obra de la Redención, que tanto le costó […] De aquí empezó el trabajo que le hizo sudar y sudar gotas de sangre en el huerto y después verter arroyos della, muriendo en la cruz. Pero resucitando al tercero día nos le dejó santificado para guardarle, llamándole día del Señor y vulgarmente domingo […]