Todos sabemos que ciertos nombres propios acaban convirtiéndose en comunes y refiriéndose a todos los objetos de esa clase. Esto es lo que se conoce como deonimización o antonomasia.
Les ocurre muchas veces a las marcas comerciales. Por ejemplo, en España, durante una época, la batidora más famosa era la Braun Minipimer. Hablar de batidoras era, prácticamente, hablar de Minipimer, hasta el punto de que se llegó a convertir en sinónimo de batidora:
Minipimer (nombre propio) > la minipímer (nombre común)
Son muchas las marcas que han seguido el mismo camino. Por eso hoy podemos decir, por ejemplo:
Me voy a tomar un colacao (< ColaCao, marca de chocolate en polvo instantáneo)
¿Tienes un clínex? (< Kleenex, marca de pañuelos de papel)
Pásame un posit (< Post-it, marca de notas adhesivas)
Dale al chico una pesicola (< Pepsi-Cola, marca de refresco)
Como se ve en los ejemplos anteriores, se suelen adaptar ligeramente grafía y pronunciación.
Naturalmente, estas denominaciones varían de unos países a otros e incluso de unas regiones a otras, dependiendo de qué marcas se popularicen allí.
La deonimización también puede afectar a nombres de personas. Un zepelín es un globo dirigible que toma su nombre de su inventor, Ferdinand von Zeppelin; una rebeca es una chaqueta de punto a la que se empezó a llamar así porque la llevaba la protagonista de la película de Hitchcock Rebeca. También hay casos con nombres de lugares, por ejemplo, holanda para referirse a un tipo de tela procedente de este país.
La deonimización se basa en la metonimia, es decir, en relaciones de contigüidad. En los ejemplos anteriores hemos encontrado diferentes variedades:
- un tipo por el conjunto de ejemplares (la minipímer),
- el creador por la creación (el zepelín),
- el portador por el objeto (la rebeca),
- la procedencia por el producto (holanda).
También puede tener un aspecto metafórico, o sea, basado en la semejanza. Cuando decimos de un chico que está hecho un donjuán, estamos diciendo que es como Don Juan (Tenorio) porque anda por ahí rompiendo corazones a imagen y semejanza de este personaje literario. No obstante, aquí sigue siendo la base la metonimia, puesto que tomamos un ejemplar de conquistador para nombrar a todos los demás.