En castellano tenemos solo unas pocas palabras de origen checo. Casi todas nos llegan por mediación de otra lengua, por ejemplo:
a) Obús pasa del checo al alemán y de ahí al francés. Nosotros lo tomamos prestado de esta última lengua.
b) Robot tiene como intermediario al inglés.
Hay alguna palabra más que tiene que ver con invenciones checas. Cuando hablamos de una cerveza tipo pilsen, nos estamos refiriendo a la ciudad de Pilsen, en Bohemia Occidental, donde se descubre en el siglo XIX un procedimiento mejorado para elaborar cerveza. El nombre checo de esta ciudad es Plzeň, pero a nosotros nos llega, una vez más, en su versión alemana.
Se suele citar también pistola, aunque la etimología no es segura. Según la hipótesis más extendida, procede del checo píšťala (‘flauta, silbato’) por mediación del alemán. La otra posibilidad es su origen esté en la ciudad toscana de Pistoia.
Esta escasez de léxico de origen checo revela que la relación entre Bohemia y el mundo hispánico no ha sido, en general, demasiado intensa y que se ha tratado normalmente una relación mediada.
El checo no es una lengua con una gran proyección internacional ni se cuenta entre las mayores del mundo por número de hablantes; pero cuidado, esto no quiere decir que no posea una gran riqueza o que no sea digna de estudio. El valor de una lengua no está en su número de hablantes, como el de una persona no está en el número de ceros de su cuenta corriente; y el checo tiene un lugar bien merecido entre las grandes lenguas de cultura de Europa.