Un típico fallo de principiante cuando tenemos que hablar en público consiste en preparar material para doce presentaciones y además querer contarlo.
El miedo suele ser a quedarse sin nada que decir, pero en la práctica eso raramente pasa. El problema normalmente es el contrario y tan malo es pasarse como no llegar. Como te sientes inseguro y calculas mal el tiempo, exageras. Al final te presentas con material no para una exposición sino para un ciclo de conferencias. Eso te llevará a hablar atropelladamente, con lo que tu público te entenderá peor. En un caso extremo, puedes incurrir en la mayor desgracia de un orador: que tengan que retirarte la palabra (por pesado). Por otra parte, la experiencia me dice que las dos terceras partes de ese material suelen ser irrelevantes y solo te servirán para estrellarte. Al final te das cuenta de que has hablado mucho, has aburrido y no has contado nada de lo que tenías que contar.
¿Y cómo hay que hacerlo, entonces? Para empezar, pregúntate de cuánto tiempo dispones y cuánta información podrá asimilar tu público razonablemente. A continuación mete bien la tijera. Sí, ya sé que es duro, que quitar ese apartado sobre la cría del gusano de seda en Asia Menor es como si te cortaran un dedo de la mano, pero no hay más remedio. Tienes que dejar solamente lo que es funcional en esa exposición, o sea, relevante para el tema y de interés para el público. Piensa también que las partes que eliminas no son trabajo perdido, sino que te proporcionarán un conocimiento más amplio que te ayudará a hablar con seguridad e incluso a salir de alguna pregunta comprometida.
Cuando tengas hilvanado el contenido, empieza a ensayar para asegurarte de que te ajustas al tiempo asignado. Ten en cuenta, eso sí, que cuando salgas a la palestra es fácil que te aceleres por los nervios. Pero tienes que prepararte para ello como cuando te pruebas unos pantalones que pueden encoger. No viene mal que tengan un dedito de holgura, pero tampoco te compres dos tallas más.
Y si después de todo esto sigues sin estar seguro, lleva ya preparadas las partes del contenido que puedes eliminar sobre la marcha; no lo dejes a la improvisación.
Buena suerte con esa presentación.
Hola Albertos.Te sigo cada vez que publicas algo.Debo decirte que este artículo es fabuloso y me viene super bien.
Al menos para mi porque recientemente pude prepararme para unas oposiciones de magisterio, y la verdad lo pasé muy mal porque no tenía pautas de cómo organizarme el oral.
Si te pediría que por favor, hacieras mención del mismo tema con frecuencia. Publicaras técnicas, trucos y palabras que podria sacarnos del paso a la hora de realizar el oral.
Además de algunas cuestiones sobre el desplazarse, los gestos, miradas, etc.
Felicidades por tu blog.
Miguel Angel.
Mi experiencia ponencias la verdad me ha marcado. Si bien en mi época de estudiante, cuando te hacían pasar al frente para exponer algo, vamos, lo que llamamos en Argentina “la lección oral” era todo un desastre, de grande me vi afectado por la falta de estudios de oratoria.
Realmente no fue hasta hace poco, que me adentré en libros de historia, conocí la biografía y ponencias de algunos maestros de la oratoria como Cicerón me inspiraron. De todo esto, saco sólo una conclusión: si sabes bien de lo que hablas, no hay interrupciones, ni te quedarás corto y sabrás explicar bien a la gente lo que quieres decir.
Si no sabes, si sabes a medias la cosa siempre saldrá mal.
La última experiencia de estas que tuve fue muy positiva. Después de un sinfín de exposiciones de mis compañeros (éramos muchos en clase) nos tocó a nosotros. Y no lo hicimos nada mal. Los profesores comentaron al final para toda la clase que eso era lo que querían, y no el rollo patatero que había soltado casi todo el mundo.
Saludos.
Alberto, una vez más me descubro ante tus reflexiones sobre el arte de hablar bien en público. No me dedico a la docencia pero, como tú sabes, llevo desde muy joven y ya empiezo a ser algo mayor, peleándome con las exigencias de los auditorios más variables. He hablado ante foros de más de mil oyentes y, en ocasiones, ante públicos de otros idiomas distintos al español que es en el que yo me expreso siempre. Los éxitos y los fracasos han ido siempre de la mano (en ocasiones me quedé en blanco y en otras coseché aplausos)
Mis intervenciones se han sustentado habitualmente en esquemas y fichas; ocasionalmente me he visto obligado a improvisar. Por supuesto preparación remota y dedicación de horas a la intervención concreta. Ahora no, en los últimos tiempos mis intervenciones en públicos son lecturas de textos que previamente he elaborados y sí, de este modo, es poca la paja que se desliza en mis intervenciones.
Felicidades por tus muchos aciertos y gracias por el trabajo que nos brindas.
Gracias por vuestras aportaciones. Veo que la oratoria despierta interés. Prometo sacar algunas entradas más sobre el tema.