Fallos en una exposición oral: Hablar demasiado deprisa

Un fallo garrafal en estas lides de la oratoria consiste en lanzarse a hablar a toda velocidad. Pero, un momento: ¿has intentado alguna vez llenar una botella de aceite con un embudo? ¿A que enseguida se sale? Pues lo mismo le pasa a la cabeza de tu público. El contenido es espeso y la capacidad de los oyentes para asimilarlo, limitada. Dales tiempo. Incluso desde el punto de vista acústico, se necesita más tiempo para absorber un discurso que una conversación informal.

El problema suele venir por dos causas. Para empezar, cuando nos ponemos nerviosos nos aceleramos. Podría darnos hacerlo todo más despacio, pero el caso es que tendemos a atropellarnos. Pues bien, aquí también se aplica aquello de Vísteme despacio, que tengo prisa.

La otra causa es, a menudo, que hemos preparado demasiado material y —claro— nos creemos en la obligación de soltarlo a cualquier precio. ¿Pero de qué sirve que contemos muchas cosas si nadie se entera?

Te recomiendo que planifiques y ensayes tu presentación. En los ensayos es bueno que tengas a alguien delante para que la situación sea más realista (esos sufridos hermanos, novios y compañeros de piso que están para estas ocasiones). Y si esto no es posible, también ayuda el visualizar en tu mente el lugar donde vas a hablar y el público ante el que lo vas a hacer.

Cuando por fin llegue el momento de la verdad, no claves la vista en el papel. Antes de nada, mira a las personas que te van a escuchar, respira y, cuando te des cuenta de que te están atendiendo, empieza a hablar. Durante la exposición, sigue respirando con el abdomen y mantén el contacto visual con el público, verás cómo naturalmente la cadencia del discurso se va adaptando a la situación.

Tampoco está de más que llegues con tiempo. Si vienes corriendo porque se hace tarde, seguirás a toda marcha cuando tomes la palabra.

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Esto son solo un par de sugerencias. Seguro que tú tienes tus propios trucos y técnicas que te dan buen resultado.

6 comentarios en “Fallos en una exposición oral: Hablar demasiado deprisa”

  1. Muy bueno el articulo. Consejos: si se esta nervioso, apoyar una mano en algo (en una mesa, por ejemplo). No mantener la vista fija, barrerla sobre el auditorio. Con las mayusculas, seguir las normas; si hay que dejar la pantalla en blanco, colocar un color azul para no cansar la vista. La noche anterior practicar lo que se va a decir escribiendolo, hacer esto unas tres veces, luego se vera que el libreto sale solo, queda como una improvisacion muy natural. Y por ultimo, no debe pasr de 20 minutos de exposicion (sin preguntas); mas tiempo y el publico empezara a hablar entre ellos. Otro, no preguntar, por ejemplo, me oyen atras? (se exponen a que algun gracioso diga, se oye pero no se escucha, o que diga no). Si es bueno con los chistes, puede mepzar con uno, si lo tiene, pero que sea relacionado con lo que va a exponer. saludos MF

  2. Hola Alberto,
    Muy buen artículo y, sobretodo útil.
    Lo que funciona muy bien es tener un bolígrafo en la mano, para liberar el estrés. Mejor que tener las hojas de papel; ya que si se está nervioso, se nota cómo se mueven.
    Es muy importante no leer lo que uno se ha preparado; cambiar de entonación, poner ejemplos, etc.
    Esto lo deduje de mis profesores en la facultad.
    Saludos y felicidades por tu blog.
    Ivone

  3. Hola, Alberto:

    Hay algunos trucos que me funcionan muy bien. Primero, un ensayo frente a un espejo me permite corregir errores de postura y gestuales. Segundo, grabar mi exposición previamente con reloj en mano me ayuda a calcular los tiempos. Tercero, colocar en el medio de la exposición una diapositiva bella o divertida relaja al público y renueva su atención. Por último, grabar la conferencia en sí, para escucharla luego y revisar los errores para no cometerlos nuevamente.

    Muy buen blog.

    ¡Un saludo!

  4. Felicidades por tu entrada, pero sobretodo por tu blog.

    Yo soy de esas personas afectadas por la tecnología a las que se les da más el escribir que el hablar y cuando tengo el infortunio de hablar frente a mucha gente todos sufrimos.

    Gracias a no tengo que hablar muy seguido frente a otras personas, pero sí por teléfono, lo cual tiene sus propios problemas, pero he descubierto que tener lo siguiente me ha ayudado teniendo a la gente al teléfono ó enfrente:

    1.- Tener preparado lo que voy a decir (y saber que me puedo brincar).
    2.- Tener un vaso con agua a la mano (porque se me seca la boca del nervio).
    3.- Divertirme mientras hablo.

    Parece que ha funcionado, si me fijo en otro tip (más exótico) te lo platico.

  5. Entre otros trabajos, doy clases en la universidad y las sesiones son de hora y media.

    Aun así, procuro ceñirme a los 20 minutos de exposición (a lo sumo) para no aburrir al auditorio. Si veo que tengo que excederme, para terminar con la exposición, procuro explicar alguna anécdota relacionada con lo que explico. Así, introduzco una pequeña pausa que me ayuda a mantener la atención de los alumnos.

  6. Hola a todos. La primera vez que tuve que enfrentarme de verdad a un público fue como monitor de educación ambiental ante profesores y alumnos, con el doble problema que conlleva ser entendido al tiempo por menores que vienen dispuestos a pasar el día en el campo y profesores que evaluarían luego las aptitudes didácticas tanto del contenido como de los monitores. Como ejercicio previo nos grabamos en vídeo y cada vez que exponía uno de nosotros el itinerario completo, los demás compañeros nos metimos en el papel de los niños que preguntaban continuamente. Aparte de divertido sirvió para analizar que cosas no hacíamos muy bien. Yo concretamente llegué a la conclusión de que hablaba bajo y que debía elevar el tono un poco sin llegar a gritar. También que debido a mi marcado acento andaluz debía practicar en mejorar la dicción de ciertas palabras. Y por último que toda explicación verbal se entiende mejor explicada con el lenguaje gestual, cosa de la que carecía totalmente pues me pasé toda mi exposición cogiéndome las manos como si fuera un cura a punto de dar una homilía.

    Siempre he observado en los cientos de horas de clases que me he tragado en mi vida que los malos profesores son aquellos que no saben llegar a los alumnos por muy conocedores de la materia que sean. En este aspecto mi trayectoria ante grupos de toda índole me ha servido para constatar, que de igual modo que el mismo problema se lo cuentas de forma diferente a tu padre o a tus hijos, uno debe adecuar lo que explica al público que te oye.

    Como bien dicen por aquí más de 20 minutos hablando no lo aguanta nadie y mucho menos los niños, por tanto es preferible interaccionar con este de algún modo para ir captando su atención, si no se es hábil con los chistes mejor poner ejemplos o situaciones que sean reconocibles por los oyentes. Ante grupos pequeños mejor ir mirando a la cara a cada uno sin estar siempre mirando al mismo, en grupos grandes no mirar a la primera fila siempre, intentar mirar hacia el frente y si te hace falta fijar la vista en alguien que sea en un grupo de las filas intermedias. Si como en mi caso que soy muy alto, hablo ante niños nos sentábamos todos en el mismo suelo para que me consideraran uno más, si fuera en clase, me siento en la mesa. Pero nunca me situaría tras la mesa porque esta es como una barrera entre alumno y profesor.

    Evidentemente si no da tiempo a exponerlo todo, mejor ser conciso que un plasta.

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