El plural mayestático es un privilegio de quienes ostentan la máxima autoridad. El adjetivo mayestático es de la familia de majestad. Este uso se denomina así porque era característico del discurso de reyes, papas y emperadores.
Soy tan importante que hablo en plural
Tradicionalmente, los monarcas hablaban en plural para referirse a sí mismos. Tienes un ejemplo magnífico en esta ley que promulgó el emperador Carlos I en Toledo en 1528. Te destaco en negrita todas las palabras que apuntan a una primera persona plural:
Ordenamos i mandamos que los Estrangeros, que de Nos i de los Reyes nuestros predecessores tuvieren cartas de naturaleza dadas según el tenor i forma de las leyes antes de esta, para aver Beneficios en estos nuestros Reinos, que sean obligados de venir à residir personalmente à los dichos Beneficios dentro de ocho meses después que de ellos fueren proveìdos.
El plural afecta a todas las palabras que apuntan al hablante. Concretamente, en el ejemplo encuentras las siguientes:
- verbos: ordenamos, mandamos
- pronombres: nos
- posesivos: nuestros
La idea que hay detrás de este plural es la siguiente: la persona que habla es tan importante y tan poderosa que el singular no basta. Es sola persona, pero vale por varias. Por eso habla en plural.
Quiero que te fijes ahora en la forma que adopta el pronombre personal:
(1) […] que de Nos i de los Reyes nuestros predecessores […]
Nos acabamos de reencontrar con el nos que la lengua castellana heredó del latín. El pronombre nos es el que propiamente se utiliza como sujeto en el plural mayestático. En el siglo XX, el papa Pablo VI todavía incluía en sus encíclicas este pronombre personal para referirse a sí mismo :
(2) Es fácil comprender qué programa pone delante de nosotros y de nuestro ministerio esta consideración, y Nos gozamos al observar que está ya en vías de ejecución en toda la Iglesia y promovido con iluminado y ardiente celo. Nos lo alentamos, Nos lo recomendamos, Nos lo bendecimos [Pablo VI: Ecclesiam suam].
Detrás de ese Nos se oculta la persona que está investida de autoridad y que, por tanto, puede expresarse así. Ese pronombre nos está vedado a ti y a mí porque no somos ni reyes ni papas ni emperadores.
Ese nos es un fósil lingüístico que ha quedado reducido al terreno del plural mayestático. La mayúscula servía para indicar que desempeñaba la función de sujeto. Así se evitaban confusiones con el nos que funciona como complemento de un verbo y que utilizamos a diario los plebeyos:
(3) Si nos golpean, gritamos.
También las autoridades intermedias
Es verdad que mayestático viene de majestad. No obstante, en siglos pasados se subieron a ese carro muchas autoridades intermedias que sentían que les llegaba también un poquito de la dignidad de sus superiores. En textos antiguos te puedes encontrar el plural de modestia en boca de ministros del rey, rectores de universidades, obispos, etc.
La otra cara de la moneda
El plural mayestático es una moneda con dos caras. Te acabo de mostrar cómo se manifiesta en el discurso de un rey o un papa, pero era igual de importante saber cómo dirigirnos al gobernante. En realidad, esta parte debería incluirla en la explicación sobre la segunda persona de plural, pero la presento aquí para no fragmentar la materia.
El siguiente ejemplo ilustra el reverso de la forma mayestática. El plural no solo lo emplea la autoridad que habla, sino que también compromete a quien se dirige a esa autoridad. Lo correcto era nombrarla en plural, como en el siguiente texto. En él, Juan Carlos de Borbón responde a un discurso de su padre por el que este renuncia a sus aspiraciones a la corona de España:
Hoy, al ofrecer a España la renuncia a los derechos históricos que recibisteis del rey Alfonso XIII, realizáis un gran acto de servicio. Como hijo, me emociona profundamente. Al aceptarla, agradezco vuestra abnegación y desinterés y siento la íntima satisfacción de pertenecer a nuestra dinastía. Y es mi deseo que sigáis usando, como habéis hecho durante tantos años, el título de conde de Barcelona.
El plural mayestático ha perdido casi toda su vitalidad en las últimas décadas. En el siglo XXI apenas hay lugar para estas fórmulas rituales. No obstante, te conviene conocer este uso para entender de dónde venimos. También te resultará útil para comprender mejor textos antiguos y para imitar su estilo en tus creaciones literarias.
Sirve para una cosa y la contraria
Curiosamente, la pluralidad, lo mismo que sirve para ensalzar, puede prestarse también a empequeñecer. Eso es, al menos, lo que se persigue con el plural de modestia. Esto es una muestra de que las formas lingüísticas son polivalentes. Expresiones que son idénticas en lo exterior pueden dar a entender una cosa y la contraria.
La redacción usada en ese documento histórico del rey Carlos I de España y V de Alemania me recuerda a la famosa “Ortografía de Bello” por el uso de la i en lugar de la ye como conjunción copulativa.