Libido es un tecnicismo procedente del psicoanálisis que ha pasado al lenguaje corriente con el significado de ‘deseo sexual’. Su creador fue Freud, quien a finales del siglo XIX lo acuñó a partir del nominativo del sustantivo latino libido, -inis, que significaba precisamente eso: deseo. En el siguiente ejemplo se utiliza correctamente:
(1) La testosterona parece tener un impacto directo sobre la libido de la mujer, es decir, el interés por el sexo [Para Emocionarse, 16-7-2012].
Hay que tener cuidado con este sustantivo por tres motivos como mínimo.
En primer lugar, es palabra llana: libido. La pronunciación como esdrújula es semiculta y por eso mismo debe evitarse. No lo hizo, sin embargo, quien escribió el siguiente ejemplo, que adapto de Internet sin citar la fuente:
(2) Prueba estos deliciosos cócteles que aumentan tu líbido sexual.
En (2) se debió decir y escribir libido. Nótese además que la expresión libido sexual es redundante, pues el sustantivo libido ya incorpora la idea de ‘sexual’.
En segundo lugar, es palabra femenina: la libido. El que termine en -o no es excusa. También tiene esa terminación la mano y no por eso la pasamos al masculino. O sea, debemos evitar usos como el siguiente:
(3) Descubra lo que a ellos les activa el libido.
Por último, no hay que confundir esta palabra con lívido, que es un adjetivo que puede significar ‘pálido’ o ‘amoratado’. Este error es muy común, a juzgar por lo que encuentro al hacer una búsqueda en Internet. Ahí va una muestra:
(4) Necesito algo para aumentar la lívido urgentemente.
Naturalmente, también es un error cualquier combinación de los anteriores.
En cualquier caso, la mayoría de estos problemas nos los podemos evitar simplemente hablando con sencillez. Si lo que quieres decir es el deseo, prueba a decir eso: el deseo o, si quieres especificar, el deseo sexual.