En una entrada anterior nos ocupamos de la diferencia entre palabras tónicas y palabras átonas. Allí se expusieron los casos generales y ahora llega el momento de ocuparse de los particulares, que es necesario conocer para entender cómo funciona el sistema de acentuación ortográfica del español, sobre todo en lo referente a la tilde diacrítica.
Así, aunque los adverbios en general son tónicos, tan y medio son palabras inacentuadas y por ello buscan apoyo en la siguiente palabra que contiene un acento prosódico. Esto es lo que se representa en (1b), (2b) y en los ejemplos siguientes al escribir fusionadas las palabras en cuestión:
(1a) Tan pequeño
(1b) tampekéño
(2a) Medio vacía
(2b) mediobacía
A los dos adverbios anteriores hay que añadirles algunos usos de aun, concretamente, aquellos en que se puede sustituir por incluso:
(3a) Aun así, continuaremos
(3b) aunasí kontinuarémos
Otros adverbios constituyen una excepción, pero no por falta de acento, sino, más bien, por su abundancia. Los adverbios en -mente son las únicas palabras en español que se pronuncian con dos acentos: uno en el adjetivo sobre el que se forman y otro en la terminación -mente:
(4a) Rápidamente
(4b) rápidaménte
Algunos sustantivos que constituyen tratamientos de cortesía se pronuncian átonos cuando aparecen asociados a un nombre propio, entre otros, don, doña, san(ta), fray y sor:
(5a) Don Manuel
(5b) donmanuél
(6a) Santa Elena
(6b) santaeléna
Si no aparecen junto a un nombre propio, sino aislados, mantienen su independencia acentual, como se representa en (7a, b):
(7a) Elena es una santa
(7b) eléna és úna sánta
Además hay palabras que normalmente son tónicas, pero que pueden perder su tonicidad en la cadena hablada. Es lo que sucede con algunos compuestos. Así, pierde su acento prosódico (pero no el ortográfico) el primer elemento de los nombres de pila compuestos (José María: josemaría) y de los nombres de algunas ciudades (Buenos Aires: buenosáires), así como de los numerales (cuarenta mil: kuarentamíl) y de expresiones como boca arriba (bokarríba), etc. A veces, la presencia o ausencia de acento puede ser significativa. Fijémonos en el siguiente caso:
(8a) José Miguel Gómez
(8b) josemiguél gómez
(8c) josé miguél gómez
La pronunciación de (8b) indica que estamos hablando de un señor que se llama José Miguel y se apellida Gómez. En cambio, con la de (8c) el señor en cuestion se llama José a secas y tiene un primer apellido que es Miguel y un segundo que es Gómez. Veamos otro caso:
(9a) Guardia civil
(9b) guardiacibíl
(9c) guárdia cibíl
La denominación de (9a) puede referirse a un cuerpo de seguridad de España y de otros países o a un miembro de dicho cuerpo. Pues bien, la pronunciación que tenemos representada en (9b) se refiere a la persona y la de (9c) a la institución.
También tiende a volverse átono el primer elemento de los vocativos:
(10a) Grandísimo sinvergüenza, ¿adónde vas?
(10b) grandisimosimbergüénza ¿adónde bás?
(11a) ¡Eso no se dice, hijo desnaturalizado!
(11b) ¡éso nó sedíce ijodesnaturalizádo!
Por lo que respecta a las palabras átonas, habíamos dicho en la entrada anterior que lo eran, entre otras, las preposiciones. La excepción aquí es según, que se pronuncia con su propio acento:
(12a) Según convenga
(12b) según combénga
Los posesivos, por su parte, normalmente son átonos (13a, b). Sin embargo, cuando se posponen al nombre, pasan a ser tónicos (14a, b):
(13a) Mi amigo
(13b) miamígo
(14a) Un amigo mío
(14b) ún amígo mío
Son átonas, asimismo, las conjunciones; pero, como no puede ser menos, hay un puñado de conjunciones tónicas. La más frecuente es apenas, pero también se pueden citar la disyuntiva bien… bien… y la concesiva así:
(15a) Apenas salió, apareciste tú
(15b) apénas salió aparecíste tú
(16a) Se puede pagar, bien en efectivo, bien por transferencia
(16b) sepuéde pagár bién enefektíbo bién portransferéncia
(17a) No te lo pienso dar así revientes
(17b) nó telopiénso dár así rebiéntes
Dentro de los pronombres relativos, el que se aparta de la norma es el cual, que en todas sus variantes de género y número se pronuncia tónico (elkuál, loskuáles, etc.).
Nos queda, por último, una excepción de otro tipo. Las palabras átonas tienen que apoyarse en el acento de otra para pronunciarse. Lo normal en nuestra lengua es que busquen la siguiente palabra. Esto es lo que hemos visto en los ejemplos de arriba. Sin embargo, los denominados pronombres enclíticos lo hacen en la palabra anterior, que necesariamente es un verbo u otro pronombre enclítico. Estas combinaciones se escriben como una única palabra gráfica. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en rogándole, dándote. La secuencia se puede complicar añadiendo dos pronombres (dámelo) o incluso tres (guárdatemelo).
El conocimiento de estas excepciones es fundamental no solo por los motivos ortográficos que se indicaron al principio de la entrada, sino también para lograr una dicción natural cuando tenemos que hablar en público.
Descárgate las reglas de acentuación resumidas.
Desde hace más de 10 años me ha llamado la atención el caso de aun/aún porque, como se lo he manifestado a la RAE desde esa época, creo que no hay razón para considerar a esta una tilde diacrítica. En la última edición de la ortografía, la RAE ya acepta que no se trata de tilde diacrítica sino de lo que llama un caso especial. Mi opinión es que ni siquiera se trata de eso, sino de que es una palabra que en algunas ocasiones (no claramente definidas) se pronuncia átona y, en otras, tónica. O sea, como también lo acepta la RAE, no es cierto que cuando tiene el significado de ‘incluso’ siempre se pronuncie átona y cuando tiene el significado de ‘todavía’, se pronuncie tónica. Por otra parte, otra de las funciones principales de la tilde diacrítica es evitar confusiones; sin embargo, nunca he visto un caso donde la tilde en ‘aún’ hubiera evitado que se entendiera ‘incluso’ donde se debía entender ‘todavía’ (me refiero a casos reales, no a los inventados ex profeso). Así las cosas, considero que en los dos casos esta palabra debería llevar tilde, aunque en algunos casos (no claramente definidos, insisto) se pronuncie tónica y, en otros, átona. O sea, sí es un caso especial, pero no más que otros casos donde se da el mismo fenómeno, como lo son ‘José’ en ‘José López’ (tónica) y ‘José Luis’ (átona, pero con tilde) o en ‘veintidós casas'(tónica), y ‘veintidós mil casas'(átona, pero con tilde).