Cuando envíes un correo a un grupo de gente, como norma general, no debes mostrar las direcciones de los destinatarios. Los unos no tienen por qué enterarse de cuáles son las direcciones de los otros. Puedes ponerte a ti mismo como destinatario y al resto añadirlos en el campo CCO*.
Hay algunas excepciones a esa norma. Puedes dejar las direcciones al descubierto cuando envíes un correo a personas que se conocen y de quienes te consta que todos tienen las direcciones de todos (o que pueden o deben tenerlas); por ejemplo, si se trata de un grupo de amigos o de personas que trabajan en una misma organización. De este modo, pueden utilizar la opción “Responder a todos” e iniciar una conversación.
A veces, incluso, puede ser un acto de cortesía el que todos vean a quién se dirige el correo, por ejemplo, si vas a organizar una fiesta con personas que se conocen y quieres que todos sepan quiénes están invitados. Sin embargo, si hay personas que no se conocen, debes sopesar cuidadosamente si puedes dar a conocer su dirección de correo electrónico a terceros. En caso de duda, pregunta a la persona interesada.
En general, debes ser cuidadoso con el uso que haces de las direcciones de correo. Cuando una persona te da la suya, lo hace para que os podáis comunicar, no para que la divulgues. Recuerda que son datos personales que debemos manejar con discreción. En algunos países incluso hay legislación sobre la difusión de direcciones en mensajes colectivos.
* CCO son las iniciales de ‘copia de carbón oculta’. El campo en cuestión es una reminiscencia de la época de las máquinas de escribir, cuando se ponía un papel de calca para sacar copias de un escrito.