El español ha tomado prestado del inglés en las últimas décadas el sufijo -ing. Este se une a un sustantivo para formar un nuevo sustantivo con significado de acción. Así es como han ido surgiendo nombres como puenting, balconing, edredoning o la marca comercial Vueling.
El neologismo resultante expresa una acción en la que interviene de alguna forma el objeto designado por el sustantivo que ha servido como base. Así, el puenting consiste en saltar desde un puente (asegurándose antes con una cuerda, eso sí). Es el deporte que en inglés se conoce como bungee jumping. El balconing no es un deporte y no sé si podríamos llamarlo un juego. De lo que se trata es de lanzarse a la piscina del hotel desde la ventana de la habitación (sin asegurarse con cuerda ni con nada que se le parezca). Suele ir precedido de la ingesta de cantidades considerables de alcohol u otras sustancias y tiende a terminar en una silla de ruedas o en el otro barrio. El edredoning, por su parte, es un invento de los concursantes del concurso televisivo Gran Hermano. Estos tienen la costumbre de cubrirse con un edredón para darse cariño sin transformar la emisión en una película porno. Por último, Vueling es una aerolínea española de bajo coste.
Veamos un ejemplo de uso de uno de estos sustantivos:
(1) El edredoning es un neologismo popular gracias a Gran Hermano (Telecinco). Hace referencia a los ejercicios eróticos de los habitantes de la casa que, para no caer en el hardcore, cubren esos contactos con las sábanas y el espectador contempla el movimiento de unos bultos [El País (España), 3-12-2009].
Este sufijo es productivo en la lengua actual, por lo que puede dar lugar a formaciones ocasionales que responden a necesidades expresivas del momento. Por ejemplo, si anuncio que me voy pasar el fin de semana haciendo silloning, todo el mundo entenderá que no va a haber forma de levantarme del sillón hasta el domingo por la noche, como mínimo. Y si declaro mi afición por el siesting, quedará claro que me echo unos sueños de tomo y lomo después de comer.
Es curioso que un sufijo extranjero se haya abierto paso en la morfología castellana. Lo más habitual en situaciones de contacto de lenguas es que se produzca un intercambio de vocabulario. Son innumerables los préstamos que hemos tomado del inglés y también han entrado numerosas palabras españolas en inglés. Sin embargo, no es tan frecuente que la morfología de una lengua llegue a modificar la de otra. La adopción del sufijo -ing constituye una muestra más de la intensa anglización a que está sometido nuestro idioma. En este caso concreto ha intervenido, sin duda, el prestigio de la lengua de origen y, probablemente, también una cierta intención expresiva y humorística por parte de los hispanohablantes.