Etimología de ‘camaleón, musaraña, murciélago, pavo real, mastín, halcón, pichón, cachalote, cocodrilo, tortuga, caballo’

Para escribir hay que tener amor por las palabras y solamente se puede amar lo que se conoce. Por eso, quiero que conozcas mejor un puñado de nombres de animales. Cada uno de ellos encierra una historia. Te doy la bienvenida al fascinante mundo de la etimología.

Musaraña

La musaraña es un simpático mamífero. Yo la veo como una especie de ratoncito. Su nombre viene del latín mus araneus, que es lo mismo que ‘ratón araña’. Nuestros antepasados la llamaron así porque antiguamente se creía que la musaraña era tan venenosa como las peores arañas.

El animalito tuvo antiguamente otros dos nombres: musgaño y murgaño. Según el filólogo Joan Corominas, son variantes que surgen de la expresión latina mus araneus.

El nombre musaraña ha dado lugar a una expresión idiomática: estar en las musarañas. Significa ‘estar despistado’. Pero la explicación no la vamos a encontrar en el roedor. Según nos informa Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611), musarañas eran también “unas nubecillas que imaginamos en el aire”. Si las musarañas son nubes, estar en las musarañas es lo mismo que estar en las nubes, o sea, ausente de este mundo, despistado.

El Diccionario de la lengua española incluye la idea de ‘nube’ entre las acepciones de la palabra, pero con una leve modificación. Se trata de una “especie de nubecilla que se suele poner delante de los ojos”. O sea, que las musarañas-nubes han bajado a tierra.

Formulario suscripción (#5)

Suscríbete
gratis

Los errores de lengua minan la credibilidad. Recibe cómodamente artículos y vídeos semanales para escribir mejor. No tiene ningún coste. Además, te llevarás gratis un magnífico manual de acentuación en PDF.

En algunos países de América, hacer musarañas es hacer gestos con la cara, hacer muecas. En ciertas zonas, son los gestos que hacemos antes de romper a llorar. En mi variedad de español eso es hacer pucheros.

Murciélago

El nombre murciélago procede del latín mur caecus, es decir, ‘ratón ciego’. O sea, seguimos con latín y seguimos con ratones. En castellano antiguo existió una forma murciego con un diminutivo murceguillo. Eso era lo mismo que decir ‘ratón cieguecito’. De murciego surgieron las formas antiguas murciégano y murciégalo. A nuestros antepasados les dio por añadir sílabas porque sí. ¡Atención! Antiguamente se decía murciégalo. Nuestra forma actual murciélago surgió porque la gente trastocaba las sílabas finales.

Por tanto, murciélago es el resultado de una confusión. A algunos les costaba trabajo decir murciégalo.

Pavo real

El pavo real es un ave procedente de Asia. Llegó al continente europeo durante la Antigüedad clásica. Siempre ha despertado la admiración por la espectacular rueda de plumas que despliega el macho cuando entra en celo. ¡Qué no hará un macho en celo con tal de llamar la atención!

¿Y por qué se le llama real? ¿Será real de rey por lo majestuoso de su plumaje? ¡No, señor! Se le llama así porque hay uno verdadero y otro falso.

Los españoles hicieron sus primeras incursiones en Norteamérica en el siglo XVI. Se toparon allí con una especie de gallina gorda que les recordaba a los pavos de la península ibérica. En realidad, el descubrimiento fue de los aztecas, que habían domesticado al animalito. Ellos ya llevaban siglos pegándose buenos banquetes con su jugosa carne cuando los europeos empezaron a asomar la nariz por el continente.

El caso es que los españoles introdujeron estas aves en Europa. Como se parecían a los pavos, decidieron llamarlos también pavos. Y ahí empezó el lío. De pronto había dos tipos de pavos: los de toda la vida y estos otros que venían de allende los mares. Lo solucionaron llamando a los pavos asiáticos pavos reales, o sea, pavos auténticos. Los americanos se quedaron en pavos a secas.

El pavo americano no era tan vistoso como el pavo real, pero una vez asado eso no le importaba a nadie. Su deliciosa carne hizo que esta ave se extendiera por el Viejo Mundo. El problema de cómo llamarla se empezó a plantear también en otros países. En casi todos los idiomas reciclaron nombres que ya se utilizaban para otras gallináceas. En inglés le llamaron turkey, es decir, ‘pollo turco’. En francés es dinde, o sea, d’Inde: ‘gallina de la India’. En holandés se le conoce como kalkoen (‘gallina de Calcuta’). En portugués, en cambio, es peru porque debieron confundir Norteamérica con Sudamérica. ¡Son cosas que pasan!

Ya ves que el pavo americano provocó un cataclismo culinario y lingüístico. Mientras tanto, el pavo real siguió haciendo la rueda con la satisfacción de saber que él era el único verdadero.

Mastín

Un mastín es un perro manso. Eso es lo que significa su nombre.

La palabra mastín se la tomamos prestada a nuestros amigos franceses en el siglo XIV. Viene del latín mansuetus (‘manso’). Exactamente, está formado sobre la variante popular mansuetinus, que significaba lo mismo.

Mansuetus es el participio del verbo mansuesco, que significa ‘amansar, domesticar’. Este verbo, a su vez, es una combinación de dos palabras: manus (‘mano’) y suesco (‘acostumbrar’). O sea, un mastín es un perro manso, un animal que está acostumbrado a la mano de su amo.

Un mastín puede pesar fácilmente cien kilos. Por suerte, es manso, porque si llega a ser fiero…

Halcón

La palabra halcón procede, probablemente, del latín falx, que significaba ‘hoz’. ¿Por qué? Porque sus garras se curvan como una hoz. Al menos, eso opinan Sebastián de Covarrubias y Joan Corominas. No obstante, también hay quien ha buscado el parecido en el pico o en las alas.

Pichón

Un pichón es un polluelo, concretamente, la cría de la paloma.

Su nombre viene del italiano piccione, que a su vez procede del latín pipionem. La denominación latina se formó a partir del verbo pipio, que significaba ‘piar’. Es fácil reconocer en este verbo una onomatopeya. Hoy día, pío pío es la onomatopeya que representa el canto de los pájaros.

El piccione italiano y el pichón español tienen como hermano lingüístico el pigeon del francés y el inglés. Todos se derivan de la vieja imitación latina del canto de los pájaros.

En definitiva, un pichón es un animalito que pía.

Cachalote

El nombre cachalote se lo tomamos prestado a nuestros vecinos portugueses. Está formado sobre cachola, que es un sinónimo popular y humorístico de cabeza en portugués.

Por tanto, cachalote significa originariamente ‘cabezón’. No hay que ser Séneca ni Aristóteles para entender el porqué: lo que más destaca en este mamífero es su descomunal cabeza cuadrada.

El término pasó del portugués al español; de allí, al francés; y desde esta última lengua se propagó a otros idiomas europeos. Por ejemplo, en inglés es cachalot, en sueco kaskelot y en polaco kaszalot.

En otras lenguas europeas encontramos más denominaciones basadas en la imponente cabeza de este mamífero marino. En italiano se llama capodoglio, que es un compuesto de capo d’olio, o sea, ‘cabeza de aceite’, por la gran cantidad de grasa que contiene. En neerlandés se le conoce como Potvis (y de ahí sale también el nombre alemán Pottwahl). Estas dos lenguas germánicas comparan la testa del cachalote con una cacerola.

Cocodrilo

Cocodrilo viene del griego krokódilos. A su vez, el término griego está formado sobre las raíces króke (‘guijarro, canto’) y drilos (‘gusano’). En sentido literal, el krokódilos griego era un gusano que se tumbaba en los cantos a tomar el sol. Sin embargo, esa palabra se refería a un animal más inocente que el cocodrilo de nuestros días. ¡Claro, porque en Grecia no hay cocodrilos! Dime tú dónde están los cocodrilos en Atenas.

En griego, krokódilos era una vulgar lagartija. Después su significado se amplió para referirse a los terribles reptiles que se pasean por las orillas del Nilo. Esos fueron los primeros cocodrilos que conocieron los griegos.

La erre de esta palabra ha ido dando tumbos a lo largo de la historia. De króke y drilos tendría que haber salido krokódrilos, pero eso eran muchas erres, incluso para los griegos. Cuando una palabra contiene dos sonidos iguales, hay muchas probabilidades de que uno desaparezca, sobre todo, si es difícil de pronunciar. De krokódilos (ya con una sola erre) salió el latín crocodilus, pero la secuencia croco resultaba un poco extraña en latín, así que acabó convertida en cocodrillus.

Este temible animal ha dado lugar a la expresión lágrimas de cocodrilo. Las lágrimas de cocodrilo son lágrimas hipócritas que vierte uno por puro teatro. ¿Y por qué se dice esto de las lágrimas de cocodrilo? Antiguamente se creía que los cocodrilos lloraban como si fueran personas para atraer a la gente. Ya te puedes imaginar para qué quiere atraer un cocodrilo a una persona… Así lo cuenta Covarrubias en su Tesoro:

[El cocodrilo] tiene un fingido llanto con que engaña a los pasajeros, que piensan ser persona humana, afligida y puesta en necesidad, y cuando ve que llegan cerca de él, los acomete y mata en la tierra.

Otra explicación es que el cocodrilo llora mientras se merienda a sus víctimas. El cocodrilo tiene glándulas lagrimales. Al masticar se activan y por eso llora. Lo que pasa es que no llora de pena como nosotros. Llora porque se está pegando un festín.

Tortuga

Hay dos teorías diferentes sobre el nombre tortuga.

La primera es que proviene del griego tartarouchos. Según esta idea, la tortuga es un habitante del Tártaro, que es el infierno de la mitología griega. Este animal vive en el fango y por eso se le asociaba con el mal.

La segunda teoría es que procede del participio latino tortus (‘torcido’). Covarrubias ya menciona que el nombre puede venirle porque no anda en línea recta, sino de forma tortuosa, es decir, venciéndose a un lado y a otro. También podría ser porque tiene las patas torcidas.

Caballo

Caballo viene del latín caballus, que significaba ‘caballo malo, jamelgo’. Esta palabra desplazó en el latín vulgar al clásico equus, que es el que encuentras, por ejemplo, en el adjetivo culto ecuestre.

Esto era típico del latín vulgar. Sustituían un término serio por otro peyorativo. En el fondo era una broma. Hoy día seguimos haciéndolo en el habla coloquial. Yo puedo decir: “Me he pasado la tarde comprando trapos”. Un trapo es un trozo de tela viejo que no sirve para nada. Eso es una forma humorística de decir que he estado comprando ropa.

Yo quería aclarar esto porque la evolución del latín al castellano nos la explican casi siempre como si fuera una cadena de hechos abstractos que suceden en el vacío. Muchos de esos cambios se explican porque la gente normal y corriente, como tú y como yo, se inventa expresiones para darle un poco de gracia a la conversación. Muchas veces, en una charla intrascendente entre amigos, lo que menos importa es el caballo. Lo que se dice en ese momento es una excusa para relacionarse y pasar un rato agradable. En ese contexto buscamos expresiones divertidas.

Eso era así en la antigua Roma y sigue siéndolo en nuestros días. El mundo cambia, pero los seres humanos seguimos siendo iguales.

Camaleón

Camaleón viene del griego khamailéon, que significa ‘león que se arrastra por el suelo’. El nombre griego es un compuesto de khamaí (‘por el suelo’) y léon (‘león’).

Podría ser una denominación irónica porque el camaleón es más bien tímido. Así es como lo pinta Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española:

CAMALEON, este animalejo vi en Valencia en el huerto del señor Patriarca Juan de Ribera, de la misma figura que le pintan. Es cosa muy recebida de la su particular naturaleza mantenerse del ayre y mudarse de la color que se le ofrece en su presencia, excepto la roxa y la blanca, que estas no las imita […] Es nombre griego: chamæleon […] Vale tanto como humilis, seu parvulus leo [‘león humilde o pequeño’, A. B.] Es el camaleón símbolo del hombre astuto, disimulado y sagaz, que fácilmente se acomoda al gusto y parecer de la persona con quien trata, para engañarla. Significa también el lisonjero y adulador, que si lloráis, llora; y si reís, ríe; y si, a medio día claro, decís vos que es de noche, os dirá que es assí, porque él ve las estrellas. Este tal merecía que se las hicieran ver realmente, con meterle en un poço muy hondo, de donde dizen poderse ver a medio día […]

Cuidadito con los camaleones.