No son muchas. Las principales son gneis, gnomo, gnosis, gnómico, gnomon, gnoseología, gnetáceo y, naturalmente, sus derivados. Las palabras que empiezan por gn- son términos cultos. Casi todas están formadas sobre raíces griegas o latinas.
En teoría, admiten una grafía simplificada: podemos convertir el grupo gn- inicial en una simple n-. Digo en teoría porque la norma académica prefiere la variante con gn- y esta preferencia se ve confirmada en el uso. ¿Que a ti te gusta más escribir neis, nomo, nosis, nómico, nomon, noseología, netáceo, etc.? Podrás defenderlo agarrándote a la Ortografía de la lengua española (pero fíjate en que utilizo el verbo defender).
En cuanto a la pronunciación, hay que tener en cuenta que aquí sí que debemos simplificar. Que no se te ocurra intentar decir [gnéis]. Se te puede formar un nudo en la garganta (y esas cosas se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban). La pronunciación normal y correcta para todas estas palabras es con una simple n: [néis, nómo, nósis], etc.
El gneis es un tipo de roca que presenta la misma composición que el granito, pero con los minerales dispuestos en capas o bandas. Tiene dos plurales válidos: los gneis y los gneises. Es un préstamo del alemán. Se desconoce cuál es su origen en esta lengua.
Gnomo es, sin duda, la palabra de uso más corriente de este grupo y la que todos conocemos. En la cultura popular, un gnomo es un geniecillo enano que se suele presentar como un personaje amable y bondadoso. Es una palabra que inventa Paracelso en el siglo XVI. Este alquimista suizo escribía en latín y, por tanto, acuñó el término con la forma gnomus. A partir de ahí, la palabra se va introduciendo en las diferentes lenguas europeas. En ese proceso se va adaptando a la morfología de cada una. En nuestro idioma dio gnomo, en inglés gnome, en alemán Gnom, etc. ¿En qué estaba pensando el bueno de Paracelso cuando se sacó el gnomo de la manga? No lo sabemos.
La gnosis es cierto tipo de conocimiento esotérico que buscan los gnósticos: la comprensión suprema e intuitiva de los misterios espirituales. La palabra está tomada directamente del griego gnôsis, que significa ‘conocimiento’.
De la misma familia de palabras griega tenemos el adjetivo gnómico, -a. Un escritor gnómico es el que cultiva el género de los aforismos. La literatura gnómica es la literatura aforística.
Toda realidad tiene un nombre. Hay una que todos hemos visto, pero que pocos seríamos capaces de nombrar: la varilla que marca las horas en un reloj de sol. Eso se denomina específicamente gnomon (ya tienes una palabra más para vacilar con tus amistades). Este vocablo procede también de la familia griega de palabras para indicar ‘conocimiento’. Evidentemente, la varilla en cuestión es la que nos permite conocer o, más bien, averiguar la hora gracias a la sombra que proyecta sobre las cifras del reloj solar.
La gnoseología es una rama de la filosofía: la teoría del conocimiento (también conocida como epistemología).
Por último, gnetáceo, -a es un adjetivo. Las gnetáceas son una familia de plantas.
Pues al final eran interesantes estas palabritas, ¿gno?… ¡Perdón!… ¿No?