Pepe es una manera cariñosa de decir José. Es lo que se conoce como un hipocorístico.
Sin embargo, llama la atención la falta de parecido entre una forma y la otra, a diferencia de lo que ocurre con Fernando y Fer o con Antonio y Toni, por poner un par de ejemplos.
A menudo se ha intentado aclarar este pequeño misterio echando mano de la abreviatura p. p. porque san José era padre putativo de Jesús (es decir, era su padre supuesto, pero no real). Déjame que te desengañe desde el principio: esto no tiene muchos visos de ser real.
Es cierto que en el idioma actual José y Pepe se nos presentan como formas completamente alejadas; pero si retrocedemos en el tiempo, la cosa cambia. En castellano antiguo, José se decía Josepe. Esto nos puede llevar a pensar que el hipocorístico actual surgió por reduplicación de la sílaba final -pe.
No obstante, esta explicación presenta un problema. Los primeros ejemplos de uso de Pepe se registran en el siglo XVIII. Para esta época, la vieja forma Josepe ya había pasado a la historia y su recuerdo había desaparecido entre la población hispanohablante. Por tanto, tendremos que buscar en otro sitio.
La explicación más plausible es que nos encontremos ante un préstamo del italiano o del catalán. En italiano, Giuseppe se convierte en Beppe, mientras que al Josep catalán se le conoce familiarmente como Pep.
Sea como sea, aprovecho este 19 de marzo para felicitar a todos los Josés, Josefas, Pepes, Pepas, Pepitos y Pepitas. Si conoces a alguno, mándale este artículo. Seguramente se alegrará de aprender algo sobre el origen de su nombre.