¿’Balido’ o ‘valido’?

Balido y valido son palabras homófonas, es decir, palabras que se pronuncian igual. De ahí la dificultad que presentan para algunas personas a la hora de escribir.

El primero es un sustantivo. Un balido es el sonido que emiten la oveja y también otros animales, como el carnero, la cabra, el gamo y el ciervo. Veamos un ejemplo de uso tomado de una novela boliviana de 1919:

(1) Su saya de burda lana oscilaba al viento, que silbaba su eterna melopea en los pajonales crecidos entre las hiendas de las rocas, y era el solo ruido que acompañaba el largo balido de las ovejas [Alcides Arguedas: Raza de bronce].

Yo utilizo una mnemotecnia para recordar su ortografía: pienso en la lana de la oveja, que forma ondas acolchadas como las curvas de una B mayúscula.

Por su parte, valido es el participio del verbo valer, como en El esfuerzo ha valido la pena. Además, este participio ha dado lugar a un sustantivo. El valido era en la monarquía hispánica el hombre de confianza del rey y se encargaba de gobernar en nombre de su majestad. En el ejemplo (2), Pérez-Reverte se refiere al más famoso de nuestra historia: Olivares, que mangoneaba los negocios de uno y otro mundo para su católica majestad, el rey Felipe IV.

(2) Eso le costaba, por temporadas, andar de destierro en destierro y de prisión en prisión; porque si bien es cierto que el buen rey Felipe IV, nuestro señor, y su valido el conde de Olivares apreciaban como todo Madrid sus certeros versos, lo que ya no les gustaba tanto era protagonizarlos [Arturo Pérez-Reverte: El capitán Alatriste].

Ya habrás adivinado que el personaje a quien no se nombra es nuestro sin par Quevedo (probablemente, la mayor mosca cojonera de la historia de la literatura en lengua castellana).

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Esta sustantivación del participio surge de una de las acepciones de valer. Valer a alguien es ‘protegerle, ampararle’ (como cuando exclamamos: ¡Válgame Dios!, ‘que Dios me proteja, que Dios me ampare’). El valido es el protegido del rey y, por tanto, puede hacer cuanto le plazca.

Y llegados a este punto, podemos aplicar una regla de ortografía clásica:

Regla: Se escriben con v los verbos mover, valer, ver, venir, volar y todas las palabras de sus respectivas familias.

Y ya, para que esté todo completo, mencionaré el adjetivo válido, da (‘aceptable’). Este es también familia de valer y por eso comparte grafía con él.

No sé si será válido terminar este artículo afirmando que el valido soltó un balido (pero yo pruebo por si acaso).