Arrecir(se) es un verbo curioso. Significa ‘quedarse tieso de frío, pasar mucho frío’, pero probablemente no lo has oído en tu vida (o sí: depende de algunos factores). Sigue leyendo para descubrir por qué.
Este verbo procede probablemente de una forma arrigescere (‘quedarse tieso’) que debió de existir en algún momento de la transición entre el latín y el castellano. Como ocurre con tantas palabras pertenecientes a ese periodo, arrigescere no está documentado, sino que es una reconstrucción. Se trata de una forma hipotética a la que llegan los historiadores de la lengua cuando comparan los dos extremos de la evolución. Nuestros estudiosos saben que en latín clásico existía el verbo arrigere (‘quedarse tieso’). Después lo pierden de vista durante varios siglos. Cuando vuelven a encontrar testimonios escritos, se ha convertido ya en arrecir; pero hay algo entremedias que no encaja. Para llegar a ese resultado, el tren del cambio lingüístico tuvo que pasar en algún momento por una estación intermedia representada por arrigescere.
Si este es tu primer encuentro con el verbo arrecir, te conviene saber que es una forma antigua que ha desaparecido del uso general. En España ha quedado como un localismo que se asocia, sobre todo, con ciertas zonas de Andalucía y Extremadura. No dispongo de datos para América, pero no me sorprendería descubrir que también en este continente han quedado islotes donde se mantiene vivo.
Pero arrecir tiene otra particularidad: es un verbo defectivo. El tecnicismo defectivo viene de defecto en el sentido de ‘falta’. Decimos que un verbo es defectivo cuando le falta algo; concretamente, algunas formas de la conjugación. Nuestro verbo solamente se deja conjugar si, al hacerlo, aparece por alguna parte la vocal i. Sí podemos decir arrecirse, arrecido, se arrecía, etc.; pero no te arreces, te arrezcas… No es el único verbo al que le sucede esto. Por ejemplo, abolir se comportaba así tradicionalmente (digo tradicionalmente porque está cambiando).
Sin embargo, las peculiaridades de arrecir no se agotan con su defectividad. En teoría son válidas las formas con i, pero en la práctica solamente conserva un cierto uso el participio: (estar, quedarse) arrecido, da. Llegados a este punto, te puedo proponer por fin un ejemplo de uso. Lo he tomado de un cuento de la autora española Emilia Pardo Bazán:
(1) Todos hemos narrado alguna vez la triste historia de la niña pobre y desamparada que, harapienta y arrecida, con el vértigo del hambre y la angustia del abandono, vaga por las calles implorando caridad, hasta que cae rendida y la nieve la envuelve en blanco sudario.
Emilia Pardo Bazán: “Jesusa”
En este triste ejemplo, una niña está aterida en medio de un crudo día de invierno. Precisamente, aterir es un sinónimo culto y de uso general para nuestro verbo arrecir.
En fin, espero no haberte dejado arrecido con estas revelaciones lingüísticas.