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Ya hemos visto que algunos complementos no dependen del verbo, sino de otras clases de palabras. Pero además existe otro tipo que no depende de ninguna de las palabras de una oración, sino que afecta a toda esta en su conjunto.
Lección
Estos complementos se aíslan con coma para marcar su condición especial. Suelen aparecer en posición inicial del enunciado. Te voy a mostrar un ejemplo para empezar. Después iré explicando qué son y cómo los puedes reconocer.
(1) Sinceramente, no entiendo qué ha visto mi suegra en ese futbolista.
En este ejemplo, sinceramente es un complemento. Sin embargo, este no depende del verbo entender. Yo puedo entender bien, mal, completamente, en parte, etc.; pero es imposible entender sinceramente. Tampoco depende de ver. Mi suegra puede ver algo o no ver nada, pero no hay forma de ver sinceramente. Por supuesto, tampoco depende de suegra o de futbolista.
¿Y de quién depende ese complemento? Depende de otro verbo que está implícito en todo enunciado. Voy a hacerlo explícito:
(2) Te digo sinceramente que no entiendo qué ha visto mi suegra en ese futbolista.
Un enunciado es algo que yo te digo a ti. Por eso, siempre le podrás anteponer la estructura Te digo que… (a veces, tendrás que adaptar el tiempo verbal y los pronombres). Ese verbo decir permite explicar algunos complementos que afectan a toda la oración. Estos no se refieren a las cosas que digo, sino a la forma en que las digo.
Por tanto, el secreto de nuestro adverbio sinceramente no lo vas a descubrir en los hechos que se presentan en ese enunciado. La clave está en la forma en que yo, que soy el hablante, te digo eso a ti, que eres mi oyente. Ahora, todo encaja porque yo sí que te puedo decir las cosas sinceramente, en confianza, aun a riesgo de resultar impertinente, etc.
La estructura Te digo [ ] que… te va a resultar útil para identificar algunos complementos antepuestos que tienes que separar con coma. Vamos a comprobarlo con otro ejemplo:
(3) Con respecto a los resultados de tus análisis, lo mejor es que conciertes una cita con tu médico.
El complemento Con respecto a los resultados de tus análisis no depende del verbo ser, del verbo concertar ni de ninguna otra de las palabras que están presentes en el ejemplo. Vamos a probar nuevamente a hacer explícito ese decir de la enunciación:
(4) Te digo con respecto a los resultados de tus análisis que lo mejor es que conciertes una cita con tu médico.
Misterio resuelto.
Vamos a ocuparnos ahora de otro tipo de complementos que también afectan a toda la oración, pero que no podremos explicar mediante este decir que acabamos de descubrir. Veamos un ejemplo:
(5) Muchas veces, ganar a la lotería no da la felicidad.
El complemento Muchas veces no depende del verbo ganar. El ejemplo anterior significa que ganar a la lotería no es garantía de felicidad y que, además, este es un hecho frecuente. Yo podría hacer depender muchas veces del verbo ganar, pero entonces el significado cambia completamente:
(6) Ganar a la lotería muchas veces no da la felicidad.
Ahora estoy dando a entender algo diferente: uno puede ser infeliz aunque le toque la lotería diez, quince o veinte veces. No es eso lo que yo quería decir inicialmente.
La prueba con Te digo [ ] que… tampoco me va a resolver el problema:
(7) Te digo muchas veces que ganar a la lotería no da la felicidad.
Sí, esto es posible; pero no es lo que yo quería decir. Encierra una idea de insistencia. Mi complemento sigue huérfano de padre y madre, pero no todo está perdido. Vamos a probar con otra estructura:
(8) Sucede muchas veces que ganar a la lotería no da la felicidad.
¡Ahora sí! Ese muchas veces tiene que ver con la forma en que suceden las cosas. Y ahora te voy a condensar en cinco minutos algo que le costó mucho tiempo entender a la lingüística. En un enunciado pueden aparecer tres tipos diferentes de complementos, dependiendo del nivel en el que se sitúan.
Algunos complementos dependen del verbo o de alguna de las palabras que aparecen en el interior de la oración. Estos son los complementos normales y corrientes que siempre se han conocido:
(9) Merendé chocolate.
El complemento chocolate depende claramente del verbo merendar. La gramática tradicional resolvió este problema hace miles de años.
Otros complementos tienen que ver con el acto de la enunciación, o sea, con el acto de decir las cosas. Se refieren a la forma en que yo, como hablante, te digo las cosas a ti, que eres mi oyente.
Ahí es donde se sitúan los complementos que hemos visto al principio de este apartado. Estos se refieren a ese Te digo que… que queda implícito en todo enunciado y que podemos hacer explícito en cualquier momento. Y aquí es donde entran (a menudo) expresiones como francamente, con respecto a, sin ánimo de ofender, entre tú y yo, aun a riesgo de ser molesto, etc. Son formas de matizar tu posición respecto de lo que dices.
Por último, un tercer tipo de complementos tienen que ver con la forma en que suceden las cosas que te cuento. Los hechos de los que hablo pueden ocurrir a menudo, por fuerza, necesariamente, para sorpresa de todos, etc.
La ortografía señala con coma estos dos últimos tipos de complementos. Es su forma de indicar que se sitúan en un nivel diferente al resto del enunciado.
Estos dos últimos tipos de complementos pueden llegar a encadenarse. Afectan a verbos diferentes y, por tanto, no hay inconveniente para que aparezcan uno al lado del otro:
(10) Sinceramente, muchas veces, ganar a la lotería no da la felicidad.
Si hago explícitos el decir y el suceder del enunciado, uno y otro complemento van a ocupar sus respectivos lugares en esa cadena inicial:
(11) Te digo sinceramente que sucede muchas veces que ganar a la lotería no da la felicidad.
Esa prueba te muestra en qué nivel se sitúa cada uno de ellos.
En definitiva, estos complementos que afectan a toda la oración tienen dos posibilidades:
- Algunos tienen que ver con la forma en que te digo las cosas.
- Otros tienen que ver con la forma en que suceden esas cosas que te digo.
Unos y otros debes separarlos con coma.
Lo más habitual es que aparezcan en posición inicial, tal como ocurría en los ejemplos que hemos visto hasta aquí. No obstante, también pueden desplazarse al interior o al final. En esos casos también es necesario aislarlos con comas para que se note que pertenecen a otro nivel:
(12) No entiendo, sinceramente, qué ha visto mi suegra en ese futbolista.
La entonación te va a dar una pista para identificarlos. Estos complementos no se integran en la curva entonativa del resto del enunciado, sino que tienen su propia curva. Esto sirve para señalarlos como un añadido que no pertenece en realidad a esa posición. Después del añadido, la entonación del enunciado retoma su curso.
Te muestro también la versión en que el complemento ocupa la posición final:
(13) No entiendo qué ha visto mi suegra en ese futbolista, sinceramente.
Recuerda: Todo enunciado lleva implícita una cadena Te digo que sucede que… Cuando la haces explícita, algunos elementos que hasta entonces parecían misteriosos empiezan a revelar su naturaleza.
Ejercicio
La Ortografía de la lengua española (2010) señala cómo debes utilizar la coma cuando se repite una palabra. Te he preparado un ejercicio para que compruebes si dominas las reglas.