Te doy la bienvenida al estudio del infinitivo, el gerundio y el participio. Estos tres alegres compañeros son lo que se conoce como formas no personales del verbo. Presentan una altísima frecuencia de uso. Esta se deriva de ciertas características que las hacen enormemente flexibles. Iremos estudiando esas características poquito a poco.
Este estudio es una necesidad precisamente porque la frecuencia y flexibilidad convierten al infinitivo, gerundio y participio en fuente constante de dudas y dificultades. Bien utilizadas, estas tres formas verbales te van a servir para expresarte con agilidad, eficacia y soltura. Mal empleadas, darán idea de una redacción descuidada, imprecisa y deslavazada.
Para qué te va a servir este curso
Este artículo es una muestra del módulo Uso del Infinitivo, Gerundio y Participio. Quiero que aprendas a manejar el infinitivo, gerundio y participio con corrección y seguridad. Para ello, te voy a presentar las nociones teóricas justas que necesitas para comprender cómo funcionan. Eso te va a permitir actuar con conocimiento de causa cuando te pongas a escribir (y también a hablar, por supuesto). Además, lo que vas a aprender aquí será una ayuda inestimable en el proceso de revisión de textos redactados directamente en español o traducidos de otras lenguas. Precisamente, algunos usos francamente mejorables de estas tres formas surgen de interferencias que conviene depurar en el proceso de traducción.
Si eres un estudiante avanzado de español como lengua extranjera, este curso te va a aportar instrumentos para enfrentarte con el infinitivo, gerundio y participio más allá de los rudimentos que se adquieren en los niveles básicos de aprendizaje. Vas a empezar a explorar el terreno en el que se mueven los hablantes nativos y vas a comprender conceptos avanzados que te van a permitir subir un escalón en el dominio del español. A veces te sorprenderá descubrir que un hablante nativo percibe como dificultades lo que a ti te resulta evidente desde la perspectiva de tu lengua materna.
Por tanto, voy a hablar de gramática, pero siempre tendré la vista puesta en el uso. Me ocuparé de la norma culta del español. Cuando sea relevante, señalaré diferencias entre esta lengua y otras de nuestro entorno geográfico y cultural, sobre todo, el inglés, que es la lengua internacional por excelencia en el mundo de nuestros días. Esto te ayudará a deslindar los usos propios de cada idioma, sobre todo, si te mueves en un entorno bilingüe o multilingüe. Te ofreceré indicaciones de estilo siempre que pueda aportar algo. Lo correcto y lo adecuado tienden a solaparse, pero no siempre coinciden. Todas estas pistas contribuirán a elevar tu nivel de expresión oral y escrita.
Además, me voy a guiar de manera muy especial por el siguiente criterio. Voy a seleccionar la materia buscando el máximo beneficio. Te voy a mostrar lo más importante que necesitas conocer para reforzar tu dominio de las formas no personales del verbo. Eso supone que me voy a centrar en los ámbitos que te aportan el máximo rendimiento con el esfuerzo justo y necesario.
Formas personales y no personales
El infinitivo, el gerundio y el participio son las tres formas no personales del verbo en nuestro idioma. Por tanto, antes de pasar adelante, lo más urgente es aclarar qué es esto de formas personales y no personales.
Formas personales
Voy a empezar ejemplificando con una forma verbal básica, probablemente, una de las primeras que acuden a la mente cuando pensamos en la noción de verbo:
(1) amo
Esa forma no significa en bloque, sino que podemos identificar en ella dos partes que aportan valores diferentes:
(2) am-o
La primera parte es la raíz am-. Ahí es donde reside la idea de ‘amor’. La vas a identificar fácilmente en otras palabras de la familia, como estas:
(3) amor, amante, amoroso, amorío, amatorio, amable, enamorarse, enamoriscarse
Por su parte, la terminación -o te aporta todo un caudal de información que un hablante nativo reconoce de manera automática aunque nunca haya estudiado estas nociones formalmente. Parte del trabajo de aprender una lengua extranjera consiste en automatizar estos procesos de manera análoga a como funcionan en los hablantes nativos. Digamos que, en cuanto oyes la palabra amo empleada en el interior de un enunciado, su terminación levanta la manita y te comunica todo esto:
- Soy un verbo.
- Expreso una acción que sucede en el presente.
- Esa acción la realiza un yo.
- Es una acción que sucede en efecto, no en potencia.
Antes de continuar, puntualizo que no todos los verbos expresan acciones. De hecho, el verbo amar lo que contiene es una idea de proceso, pero eso ahora nos llevaría demasiado lejos. Por tanto, permíteme la pequeña licencia didáctica de presentar el verbo como una clase de palabra que expresa ideas de acción.
Decimos que secuencias como estas son formas personales del verbo:
(4) resurjo
(5) corres
(6) está
(7) jugamos
(8) reís
(9) desbaratan
El motivo es que todas ellas te informan sobre la persona que realiza la acción: un yo, un tú, etc. Es un rasgo que tienen en común y que permite agruparlas dentro de una misma categoría.
Formas no personales
Por su parte, las formas verbales no personales se distinguen por una característica negativa. No hay nada en su sustancia que te permita saber quién es la persona que realiza la acción. Vamos a comprobarlo con un infinitivo, que te muestro descompuesto en dos partes:
(10) am-ar
Aquí encontramos nuevamente la raíz que expresa la idea de ‘amor’. La terminación te informa de todo esto:
- Soy un verbo.
- Concretamente, soy la forma conocida como infinitivo.
- De las tres conjugaciones que existen en español, pertenezco a la primera porque incluyo la vocal -a.
Lo que no te advierte en ningún momento es quién realiza la acción. Eso puede tener sus ventajas. Imagínate que digo esto:
(11) Hay que limpiar esta casa.
Las casas no se limpian solas. Esa es una tarea que alguien tendrá que acometer. Sin embargo, en ese enunciado, yo no doy ninguna pista sobre quién es esa persona. El infinitivo limpiar no lo aclara porque no puede. No hay nada en su forma que indique si voy a limpiar yo, tú o un señor que pasaba por ahí. Tampoco hay otra palabra en el enunciado que me indique quién es esa persona que se va a remangar y va a dejar la casa como los chorros del oro. Cuando un infinitivo se inserta en una oración impersonal como esta, me permite guardar silencio sobre la persona que realiza la acción. Esto me puede convenir por diversos motivos, por ejemplo, porque no quiero levantar todavía mis cartas. Quizás me propongo que limpies tú, pero todavía no tengo claro cómo voy a conseguir ese objetivo.
Cuidado, esto no quiere decir ni mucho menos que la acción expresada por una forma no personal no la realiza nadie. Sí que puede existir esa persona. El quid de la cuestión está en que la forma del verbo no te informa sobre ello. Sin embargo, a veces, podrás recuperar la información porque está presente en algún otro lugar. Observa este otro ejemplo:
(12) ¿Limpiar yo? Para eso está el robot.
Ahora sí estoy en condiciones de determinar quién realiza la acción expresada por el infinitivo limpiar. Me lo indica el pronombre yo que aparece a continuación. Sin embargo, el infinitivo sigue siendo una forma no personal porque él en sí no aporta esa información. La obtengo de otra palabra. Prueba a sustituir yo por otros pronombres personales y te percatarás de que la acción de limpiar la van realizando personas diferentes en cada caso. El infinitivo posee la capacidad de amoldarse a esos cambios.
Lo que acabo de explicar para el infinitivo es válido también para el gerundio y el participio. Son formas no personales porque nada en su terminación me permite determinar quién realiza la acción. Este es el gerundio de bailar:
(13) bailando
La terminación -ando no me da ninguna pista sobre quién es la persona que baila. Sin embargo, cuando inserto ese gerundio en un enunciado, sí será posible determinar quién realiza la acción si esa información se puede obtener del contexto:
(14) Pasé toda la noche bailando.
Ahora está claro que la persona que baila soy yo. El gerundio no lo especifica, pero esa información se puede extraer de la forma pasé, que la incorpora en su terminación.
Este es el participio de solucionar:
(15) solucionado
Voy a introducirlo en un enunciado:
(16) El problema técnico fue solucionado rápidamente.
Cuando leo eso, me entero de que un problema se soluciona, pero no tengo forma de determinar a quién le debemos la solución. El participio no me informa sobre ello y esa información está ausente del enunciado. Por tanto, no puedo recuperarla de ninguna manera. En cambio, el ejemplo siguiente me ofrece datos adicionales:
(17) El problema técnico fue solucionado rápidamente por la propietaria.
Ahora sé quién realiza la acción expresada por el participio solucionar porque esa información está presente en el contexto, concretamente, en el complemento por la propietaria.
Por tanto, ya tenemos clara una primera idea que es fundamental para entender la noción de forma no personal:
Las formas no personales se denominan así porque su terminación no proporciona pistas sobre la persona que realiza la acción, aunque sí puede existir esa persona
A veces, lograremos determinar quién es porque encontraremos esta información en el contexto. En cambio, otras veces, esa información será irrecuperable y, por tanto, nos quedaremos sin saberlo. Esta noción será clave más tarde para atinar cuando queramos emplear el infinitivo, el gerundio y el participio.
Más allá de la persona
Se suele tomar como rasgo definitorio del infinitivo, gerundio y participio la falta de información sobre la persona. En realidad, carecen también de otros ingredientes típicos del verbo.
El número
En el verbo, la idea de número gramatical se asocia íntimamente con la de persona. En el apartado anterior, pasé por alto esta cuestión para no complicar la explicación innecesariamente. Ahora voy a detenerme en ella. El verbo tiene únicamente tres personas:
- 1.ª
- 2.ª
- 3.ª
Estas se combinan con la idea de número gramatical, que en español admite estas dos posibilidades:
- singular
- plural
Digo que admite estas posibilidades en español porque en otras lenguas hay más números. Por ejemplo, en griego antiguo existía un número dual que se utilizaba para hablar de cosas que se presentan de dos en dos, como las manos.
En cualquier caso, en esta querida lengua nuestra, la combinación de persona y número nos permite expresar oposiciones como la siguiente:
(18) yo vivo/nosotros vivimos
Tanto yo vivo como nosotros vivimos expresan una primera persona. La diferencia está en el número. En el primer caso es singular, mientras que en el segundo es plural. Pues bien, tampoco hay nada en la forma del infinitivo, gerundio y participio que exprese la idea de singular o de plural, aunque esta información a veces se podrá recuperar a partir del contexto.
El tiempo
La idea de tiempo se asocia estrechamente con la de verbo. De hecho, en la gramática latina, lo que hoy denominamos verbo se conocía con esta expresión:
(19) verbum temporale (‘palabra de tiempo’)
Todavía hoy, en alemán se utiliza la denominación siguiente:
(20) Zeitwort (‘palabra de tiempo’)
La información sobre el tiempo en que transcurre la acción está incorporada en las terminaciones de las formas personales. Eso nos permite reconocer la oposición de tiempo entre estas dos formas, sin ir más lejos:
(21) amo/amé
La forma amo nos remite a una acción que sucede en el presente, mientras que la acción de amé se sitúa en el pasado.
Nuevamente, no hay nada en la terminación de infinitivo, gerundio y participio que permita situar en el tiempo la acción que expresan. Al igual que sucede con la información sobre la persona o el número, a veces, será posible inferirlo a partir del contexto.
¿Qué significan los términos infinitivo, gerundio y participio?
Vamos a fijarnos ahora en el significado etimológico de las denominaciones infinitivo, gerundio y participio. Siempre me gusta hacer este ejercicio con los términos gramaticales porque ayuda a entenderlos y a recordarlos. A menudo, se trata de denominaciones que cuentan con siglos de tradición o, incluso, milenios; pero alguien les puso ese nombre por algún motivo. Concretamente, los tres que nos ocupan proceden de la tradición gramatical del latín.
En el estudio escolar de la gramática nos bombardean con estos términos y con muchos otros; pero, lamentablemente, nadie nos explica la idea básica que encierran. Cuando yo era niño, esas palabras eran para mí un galimatías. Para la inmensa mayoría de los hablantes siguen siendo perfectamente opacas, a pesar de que las emplean con frecuencia.
Infinitivo
Infinitivo procede directamente del latín infinitivus. Es de la familia de infinito. ¿Qué es lo que tiene de infinito esta forma verbal? La idea que subyace a esta denominación es que el infinitivo no está limitado por la persona, el número o el tiempo, a diferencia de lo que ocurre con las formas personales del verbo. Como ya hemos observado, estas sí informan sobre nociones como estas:
- ¿Quién realiza la acción? ¿Es la primera persona, la segunda o la tercera?
- ¿Es una o son varias?
En los apartados anteriores ya nos hemos percatado de que esta ausencia le aporta al infinitivo una gran flexibilidad. Como no contiene ninguna idea de persona, nos puede servir para cualquiera de ellas o para ninguna. Esto mismo se puede extrapolar al número y al tiempo. En la Antigüedad latina ya eran conscientes de este potencial. La gramática del español y de las otras lenguas románicas bebe de esta tradición, que se extiende, incluso, a otras lenguas europeas como el inglés o el alemán, que no descienden del latín, aunque sí forman parte de la gran familia indoeuropea.
Gerundio
Por su parte, gerundio procede de la palabra latina gerundum, que significaba ‘lo que se ha de hacer’. En latín, el gerundio contenía una idea de obligación. Este valor se perdió en el paso al castellano. Seguimos utilizando esta etiqueta por pura costumbre, pero hace tiempo que dejó de reflejar fielmente la naturaleza de la forma verbal correspondiente. Tiene la ventaja, eso sí, de que nos permite mantener la unidad con la tradición gramatical de otras comunidades lingüísticas que manejan términos equivalentes porque los tomaron del latín cuando empezaron a describir la gramática de sus lenguas:
- italiano: gerundio
- portugués: gerúndio
- inglés: gerund
- francés: gérondif
En la gramática del inglés, el término gerund se ha ido sustituyendo por otros que se adaptan mejor a la realidad de esta lengua, pero no resulta desconocido.
Participio
Por último, el participio se denomina así porque participa de la naturaleza del verbo y del adjetivo. Ya veremos que una de las características de las formas no personales es, precisamente, que se sitúan en la frontera entre el verbo y otras clases de palabras. El participio es una forma verbal, pero puede funcionar fácilmente como adjetivo. El infinitivo es verbo, pero puede funcionar como sustantivo. Por su parte, el gerundio posee naturaleza verbal, pero puede asumir la función de un adverbio. En el territorio de las formas no personales, el verbo se toca con otras clases de palabras. Esta dualidad es importante porque, una vez más, aporta flexibilidad.
Flexibles y poderosas
Como se suele decir, un gran poder implica una gran responsabilidad. Bien usadas, las formas no personales del verbo te ofrecen un importante rendimiento cuando te pones a escribir (o a hablar, por supuesto). Sin embargo, por eso mismo, existe tendencia a abusar de ellas. Uno de los motivos es que resultan cómodas para quien escribe, pero no necesariamente para quien, después, tiene que leer.
En la comunicación escrita, hay un trabajo que alguien tiene que asumir. Por eso, casi siempre se cumple el siguiente principio:
Lo que no trabaja quien escribe lo tiene que trabajar quien lee
No des por hecho que tu lector querrá apechugar con esa tarea. Casi siempre se rebelará a su manera: dejará de leer.
Llegados a este punto, hemos sentado las bases para enfrentarnos al estudio del infinitivo, el gerundio y el participio. Nos iremos ocupando de sus características y su uso por sus pasos contados dentro del curso “El punto sobre la i“.