En este capítulo me ocupo del uso de mayúsculas con ciertos nombres de objetos inanimados. Como norma general, los nombres de objetos se escriben con minúscula. No obstante, algunos presentan particularidades ortográficas. Por eso, les dedico su correspondiente apartado.
Objetos bautizados
A veces, le ponemos nombre a un objeto, igual que lo podríamos hacer con un hijo o una mascota. A eso me refiero cuando hablo de objetos bautizados. Por ejemplo, hace años me compré un robot de estos que te barren la casa. Trajo tanto bien a mi vida que me sentí en la necesidad de bautizarlo. Se llama así:
(1) Omi
Eso es un nombre propio con todas las de la ley. Por tanto, hay que escribirlo con mayúscula. A veces, incluso le hablo:
(2) Yo me voy a dar un paseo y tú, Omi, te quedas aquí barriendo.
Naturalmente, esta mayúscula no es exclusiva de mi servicial Omi, sino que se extiende a cualquier objeto que bauticemos. Puedo imaginar que el Cid sentía tanto aprecio por su espada como yo por mi robotito. Por eso la bautizó. Cuando escribo sobre ella, su nombre lleva mayúscula:
(3) Rodrigo sacaba brillo a su Tizona con un pañito.
También se bautizan barcos, aviones, cohetes espaciales, etc.:
(4) El Apolo 11 llevó por fin astronautas a la Luna.
Los nombres propios de naves y de cualquier otro objeto se escriben con letra normal. Antiguamente se tenía la costumbre de destacar algunos con cursiva o comillas. Eso ya pasó a la historia. Se les da el mismo tratamiento que a cualquier otro nombre propio.
Me interesa que quede clara la siguiente idea. Da igual el tipo de objeto que sea. Si lo hemos bautizado, tiene un nombre propio y estos se escriben con mayúscula.
Sin embargo, la mayúscula no se extiende a las denominaciones puramente descriptivas que se les asignan a algunos objetos históricos o arqueológicos. Estas denominaciones están formadas por una etiqueta genérica y una explicación adicional que incluye una de estas dos opciones:
- un adjetivo
- una expresión introducida mediante la preposición de
Te va a quedar más claro con unos ejemplos:
(5) el códice calixtino
(6) las glosas emilianenses
(7) el tesoro de Kabul
(8) los rollos del mar Muerto
Eso no son nombres propios, sino simples descripciones para que nos enteremos de cuál es el objeto en cuestión (entre todos los que pertenecen a una misma clase). Las mayúsculas que aparecen en dos de los ejemplos de arriba corresponden simplemente a los lugares en que se hallaron esos objetos. Son topónimos que necesitan mayúscula de por sí. Un error muy común consiste en llenar de mayúsculas las denominaciones de este tipo.
El nombre del artista para la obra de arte
¡Aquí debes tener cuidado! Es frecuente (y correcto) referirse a una obra de arte por el nombre del artista. Pues bien, en estos casos se mantiene la mayúscula, por ejemplo:
(9) Me he comprado un Picasso para decorar el recibidor.
Digo que te conviene tener cuidado porque esta mayúscula se aparta de los esquemas habituales. Acuérdate de los vinos. Cuando los nombramos por el lugar de procedencia, se adopta la minúscula:
(10) Me bebí un buen jerez.
Esa minúscula es lo normal cuando un nombre propio se utiliza para referirse a un objeto. Más adelante nos encontraremos nuevos casos. En cambio, la mayúscula de las obras de arte forma parte de un pequeño grupo de excepciones. Yo utilizo un truco para acordarme. A veces, las obras de arte se mencionan por el nombre y apellidos del artista:
(11) Ese Lucien Freud quedaría genial encima de la cómoda.
En el ejemplo, estoy empleando el nombre del pintor para referirme a un cuadro. Yo no sé a ti, pero a mí me resultaría chocante encontrarme escrito en minúsculas ese nombre junto con su apellido. Eso me ayuda a recordar la excepción. Supongo que ese efecto chocante influyó cuando se fijó esta excepción en 2010.
La mayúscula se mantiene en el plural, es decir, cuando te refieres a un conjunto de obras por el nombre de quien las creó:
(12) Necesito unas cortinas a juego con los Goyas del salón.
El nombre del inventor para el objeto
Puede ocurrir que a un objeto le adjudiquemos el nombre de la persona que lo inventó, lo popularizó, etc. En todos estos casos, el nombre del objeto se escribe con minúsculas:
(13) el zepelín (< Ferdinand von Zeppelin)
(14) el cárdigan (< conde de Cardigan)
(15) la guillotina (< Joseph Ignace Guillotin)
(16) los nachos (< Nacho Anaya)
Cuando el nombres es extranjero, se suelen acometer castellanizaciones más o menos radicales.
A veces, la denominación sigue este esquema:
etiqueta genérica + de + nombre de persona
Lógicamente, en ese caso, el nombre de la persona retiene la mayúscula:
(17) el mechero de Bunsen (< Robert Bunsen)
(18) el baño de María
Según la tradición, la inventora del baño de María fue la mismísima hermana de Moisés (sí, el del Antiguo Testamento). Al parecer, la señora era alquimista, pero eso ahora nos llevaría demasiado lejos.
Existe un segundo esquema que nos va a complicar la vida:
etiqueta genérica + nombre de persona
Ahora ha desaparecido la preposición de. La consecuencia es que el nombre de persona pasa a escribirse en minúsculas:
(19) un mechero bunsen
(20) cocinar al baño maría
Hay otros tipos de objetos y abstracciones que presentan sus particularidades en cuanto al uso de las mayúsculas, concretamente:
- leyes científicas y teorías
- monedas
- marcas comerciales
- medicamentos
- elementos y compuestos químicos
- enfermedades, síndromes, etc.
- vientos
- huracanes, tormentas, corrientes, etc.
- unidades de medida
- impuestos, tasas y similares
- notas musicales
Te explico su funcionamiento en el módulo Con Mayúscula, por Favor.