Por qué el pavo real se llama pavo real

El pavo real es un ave procedente de Asia que se introdujo en Europa durante la Antigüedad clásica. Siempre ha despertado la admiración de los seres humanos por la espectacular rueda de plumas que despliega el macho cuando entra en celo.

Hay quien piensa que el adjetivo real que se le aplica viene de rey por lo majestuoso de su plumaje. Nada más lejos de la realidad. El pavo real recibe este nombre porque es el verdadero, el fetén. Se le empezó a llamar así para diferenciarlo de un advenedizo al que en su día consideraron de pega.

Cuando los españoles empezaron a explorar Norteamérica en el siglo XVI, se toparon con una especie de gallina gorda que les recordaba a los pavos que conocían de casa. En realidad, el mérito del descubrimiento fue de los aztecas, que se habían encargado de domesticar al animalito. Ellos ya llevaban siglos comiendo su carne y aprovechando sus plumas cuando los europeos empezaron a asomar la nariz por el continente. Pero el caso es que los españoles introdujeron estos animales en la península ibérica y, en un alarde de originalidad, decidieron llamarlos pavos. Ahí empezó el lío. De pronto nos encontramos con dos tipos de pavos: los de toda la vida y estos intrusos venidos de allende los mares. Y ahí fue donde alguien zanjó la discusión llamando a los primeros pavos reales, o sea, pavos auténticos. Los nuevos se tuvieron que conformar con ser pavos a secas.

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La verdad es que el pavo americano no era ni la mitad de vistoso que el pavo real, pero una vez asado eso no le importaba ya a casi nadie. Sus méritos culinarios hicieron que esta ave se extendiera desde esta península nuestra al resto de Europa. El problema de cómo llamarla se empezó a plantear también en otros países. Por lo general, se reciclaron nombres que ya se venían utilizando para otras gallináceas procedentes de Asia. En inglés se le llamó turkey, es decir, ‘pollo turco’. En francés es dinde, o sea, d’Inde: ‘gallina de la India’. En holandés se le conoce como kalkoen (‘gallina de Calcuta’). En portugués, en cambio, es peru porque tuvieron una pequeña confusión entre Norteamérica y Sudamérica.

En fin, ya ves que la introducción del pavo americano supuso un cataclismo culinario y lingüístico en España y en toda Europa. En cada país fueron nombrando al animal como mejor supieron, aunque eso dio lugar a denominaciones que son disparatadas desde el punto de vista geográfico. El pavo real, por su parte, siguió haciendo la rueda sin inmutarse y proclamando orgullosamente que él es el único verdadero.