El laísmo y el loísmo son fenómenos menos frecuentes que el leísmo. Sobre todo, están más desprestigiados. No se aceptan en ningún caso en la lengua culta. Son típicamente castellanos. No obstante, el loísmo también se detecta en algunas variedades americanas asociado a situaciones de contacto de lenguas.
Si tu variedad es laísta o loísta, es imprescindible que entiendas estos fenómenos para escribir correctamente. Si tu variedad no lo es, también encontrarás información útil y curiosa que te servirá para captar mejor el funcionamiento de los pronombres personales. Todo sirve para escribir mejor.
Encontrarás la lección más abajo.
Qué es el laísmo
El laísmo consiste en utilizar el pronombre la(s) para el complemento indirecto femenino. Es un fenómeno típicamente castellano. Está más desprestigiado que el leísmo y se considera incorrecto en todos los casos. Para empezar, veamos un ejemplo:
(1) Dila que venga.
En ese ejemplo tenemos un sujeto sobrentendido (tú), un complemento directo (que venga) y un complemento indirecto (la). Ya sabemos que el pronombre de complemento indirecto es le(s) tanto para masculino como para femenino. Por tanto, el ejemplo anterior es incorrecto.
El pronombre le del complemento indirecto nos sirve tanto para un hombre como para una mujer. Eso parece desconcertar al hablante laísta. La oposición de género es muy potente en la gramática del español. Por eso, algunos hablantes intentan introducirla también aquí.
Laísmo con las formas de respeto
Típicamente, el laísmo se asocia con los pronombres de tercera persona. No obstante, también afecta a la segunda persona de respeto, es decir, el sistema de pronombres que se sitúa alrededor de usted. El pronombre usted tiene significado de segunda persona, pero se comporta como si fuera una tercera. Eso se explica por su origen histórico. Un hablante laísta se dirigirá así a una mujer a la que trata de usted:
(2) Marquesa, la he traído un regalo.
Sin embargo, lo que necesitamos para ese complemento indirecto es el pronombre le, evidentemente.
Leísmo hipercorrecto
Algunos hablantes laístas desarrollan un miedo cerval al pronombre la. Son conscientes de que cometen errores, pero carecen de los conocimientos necesarios para corregirlos. Por eso, pueden llegar a sobregeneralizar la regla hasta convertirla en una afirmación general del tipo «la» está mal dicho. Su solución consiste en cortar por lo sano: eliminan ese pronombre incluso en los casos en que es correcto. La consecuencia es que acaban incurriendo en leísmo femenino de persona por ultracorrección. A partir de ahí empiezan a construir oraciones como esta:
(3) A tu hermana no le he visto últimamente.
Ya sabemos que ver es un verbo transitivo. El complemento directo es la persona vista. Por tanto, lo correcto es esto otro:
(4) A tu hermana no la he visto últimamente.
El hablante laísta no capta la diferencia en el uso del pronombre en oraciones como estas:
(5) A tu hermana le he regalado un libro.
(6) A tu hermana la he visto.
Si en un caso es le, ¿por qué no lo va a ser en el otro? La clave está en la función: complemento directo frente a indirecto.
Por qué no hay laísmo en América
El laísmo es corriente en Castilla desde la Edad Media. No se extendió a la Andalucía reconquistada y, por eso, tampoco dio el salto a las islas Canarias y América. Es un proceso paralelo al que siguió el leísmo.
El loísmo
El loísmo consiste en utilizar el pronombre lo(s) para el complemento indirecto. Siempre se considera incorrecto. Se percibe como vulgar. Por eso, casi nunca lo vas a encontrar en la lengua escrita. Te muestro un ejemplo para que te hagas una idea de su funcionamiento:
(7) Al director lo gustó mucho la idea.
El verbo gustar es intransitivo. Su sujeto es la idea. Lo puedes comprobar pasando ese sujeto al plural. Observarás que el verbo cambia inmediatamente de número para adaptarse al del sujeto. El único complemento que aparece es indirecto. Está representado por la secuencia al director. El pronombre duplica el complemento. Esa duplicación es una de las peculiaridades de nuestra gramática.
Lo que me interesa ahora es que el pronombre funciona como complemento indirecto. Por tanto, el pronombre correcto es le.
A veces incurren en loísmo hablantes leístas que intentan evitar el uso de le. Son los típicos errores por ultracorrección. Ya me he referido a un fenómeno paralelo al hablar del laísmo.
Loísmo en América
El loísmo siempre ha sido menos frecuente que el leísmo y el laísmo. Como ellos, surge en la Castilla medieval y es un fenómeno fundamentalmente castellano. En principio, ni Andalucía ni Canarias ni América son loístas.
Digo en principio porque en la práctica sí se localizan islotes loístas en América. En ese continente, el loísmo es típico de ciertas zonas en que el español está en contacto con lenguas indígenas como el quechua. Tienes una muestra en el siguiente ejemplo. Lo tomo de una recopilación de cuentos ecuatorianos (Paulo de Carvalho Neto: Cuentos folklóricos del Ecuador: 52 registros de la tradición oral):
(8) Tenía treh hija’ mujer’ este hombre. Y de las treh hija’ mujer’ una lo salió bien simpática.
En la lengua estándar diríamos le salió bien simpática. Fíjate en que las peculiaridades gramaticales del ejemplo no acaban ahí. El hablante sintió la necesidad de duplicar el género en hija mujer. Normalmente, la idea de ‘mujer’ ya va implícita en el femenino hija.
Haz el ejercicio siguiente para consolidar lo que has aprendido.
Ejercicio