Uno de los casos de tilde diacrítica contenidos en las reglas de acentuación del español es el del par mí y mi. Para para distinguir una y otra forma podemos guiarnos por la gramática o por el oído.
Probemos primero con la gramática. El mí con tilde es un pronombre personal que siempre lleva delante una preposición, mientras que su contrapartida sin acento ortográfico es un posesivo que, obligatoriamente, va seguido por un sustantivo:
(1) Pues a mí poca gracia me hace que me maldiga un espantajo así [Emilia Pardo Bazán: La madre naturaleza].
(2) ¡Déjenme ver, es mi esposa! [Juan Goytisolo: Paisajes después de la batalla].
Como podemos ver, el mí con tilde de (1) va introducido por la preposición a. También podría ser para mí, contra mí, sin mí, de mí, etc. El de (2), por su parte, lleva detrás el sustantivo esposa. Cuidado: este también puede ir introducido por una preposición, pero seguiremos reconociéndolo porque, a diferencia del primero, seguirá emparejado con un sustantivo: de mi esposa, con mi esposa, ante mi esposa, etc.
Si la diferencia entre la categoría de pronombre personal y la de posesivo no nos saca de dudas, tendremos que fiarnos de nuestro oído. Cuando pronunciamos estos monosílabos dentro de una oración, el que lleva la tilde diacrítica es tónico, mientras que el que no la lleva es átono. Si pruebas a leer en voz alta los dos ejemplos de arriba, oirás lo siguiente:
(3) puesamí póca grácia meáce
(4) és miespósa
En (3), las palabras átonas pues y a se apoyan en el acento del mí pronombre para pronunciarse, mientras que en (4) es el mi posesivo el que necesita el acento del sustantivo esposa. Para percibir la diferencia es importante que pronunciemos el mi/mí en cuestión dentro de una cadena de palabras. Si los pronunciamos aislados, nos quedaremos en las mismas porque todas las palabras, cuando se pronuncian aisladas, son tónicas.
Existe, además, un sustantivo mi que es el nombre de una nota musical y que se escribe también sin acento, pero la verdadera oposición es entre los dos que hemos comparado arriba. Este otro se escribe con relativa poca frecuencia y no parece que dé lugar a confusión, por lo que no merece la pena entrar en mayor detalle.
No está de más advertir antes de terminar que la analogía nos puede jugar una mala pasada con la acentuación de la serie de pronombres mí – ti – sí. Se tildan el de primera persona y el de tercera, lo que lleva a mucha gente a pensar que también hay que hacerlo con el de segunda, que va en medio de la serie, como en un bocadillo; pero, como sabemos, ti no lleva tilde, aunque yo creo que esto queda más claro si escribimos la serie con alguna preposición, que es lo que nos encontraremos en la práctica:
De mí – de ti – de sí
En definitiva, para utilizar correctamente la tilde diacrítica necesitas, en primer lugar, conocer los pares de palabras afectados y, a continuación, ser capaz de realizar algunas operaciones gramaticales básicas o, si no, por lo menos, de aguzar el oído. Tú sabrás lo que se te da mejor.
Lo mejor ahora es que hagas un ejercicio para practicar. Y para que te sirva de recordatorio, te he preparado un resumen de las reglas de uso del acento. Cuando lo hayas leído, estarás en condiciones de hincarle el diente al supermegamanual de acentuación.
Para mí que mi mi suena como un do. ;-)
Muchos castellano leoneses -castellanos viejos, palentinos, zamoranos, vallisoletanos- lo tienen un poco más complicado, porque pronuncian el mi posesivo también como tónico: vengo de mí pueblo, de ver a mí hermano
Mmm… creo que está muy bien explicado, sinceramente, simepre albergue esa duda. Gracias por todo. NV, tu comentario es muy ingenioso, la verdad.
¡Excelente explicación!. Me ha ayudado a recordar estas pequeñas grandes reglas que hacen a uno de los temas más sutiles pero importantes-como el que nos ocupa-; de entre los tantos que debemos abordar quienes tratamos de ejercer la docencia de nuestro idioma, tratando de ser lo más sensatos posible.
Gracias y saludos Cordiales.
Prof. Martín De Carbonara López.
¡Excelente!
nadie me lo había explicado de esa manera tan sencilla y sin rodeos.