Nadie es el contrario de alguien y por eso se comporta exactamente igual que él cuando impone su género, número o persona a otros elementos de la oración, o sea: es un pronombre de tercera persona, masculino y singular. Para que esto quede claro, lo mejor es ver un par de ejemplos en los que la concordancia es correcta:
(1) Nadie supo explicarlo [Jorge Volpi: En busca de Klingsor].
(2) Pues sí, nadie es perfecto [Almudena Grandes: El corazón helado].
En la oración (1) nadie funciona como sujeto. Hemos dicho que es un pronombre de tercera persona y singular. Por eso el verbo adopta la forma supo en lugar de supimos, supisteis o supieron. En (2) podemos ver además que es masculino porque no solo el verbo concuerda en tercera persona singular (es), sino que el adjetivo perfecto tiene terminación masculina. No sería posible aquí Nadie somos perfectos, Nadie es perfecta ni nada por el estilo. Basta con hacer una pequeña modificación en los ejemplos para comprobar que la concordancia replica la de alguien:
(3) Alguien supo explicarlo.
(4) Pues sí, alguien es perfecto.
Nunca se nos ocurriría decir alguien supimos explicarlo o alguien somos perfectos. En definitiva, nadie es pariente de alguien, también a efectos de concordancia.
Por lo que acabamos de explicar, ya podemos ver que uno de los usos incorrectos de nadie consiste en tratarlo como si llevara dentro un nosotros y hacer concordar el verbo entonces en primera persona del plural, por ejemplo:
(5) Si nadie queremos a Fulgencio, ¿por qué tiene que ser él presidente de la comunidad de vecinos?
Para el error de (5) tenemos dos soluciones. Si queremos mantener el nadie, tenemos que dejarlo así:
(6) Si nadie quiere a Fulgencio, ¿por qué tiene que ser él presidente?
Si lo que intentamos es resaltar la implicación de quien habla y de quienes tiene a su alrededor, tenemos que echar mano de ninguno, que sí aguanta esto:
(7) Si ninguno queremos a Fulgencio, ¿por qué tiene que ser él presidente?
Cuidado, porque es igualmente erróneo convertir el nadie en nadie de nosotros:
(8) Lo que está claro es que nadie de nosotros quiere que Fulgencio sea presidente de la escalera.
También es un error tratar a nadie como si llevara dentro un vosotros o un ellos, que es lo que se hace en estos ejemplos:
(9) Nadie decíais nada.
(10) Nadie sabían que estábamos allí.
Para estos dos ejemplos es correcta la concordancia en tercera persona singular:
(11) Nadie decía nada.
(12) Nadie sabía que estábamos allí.
En resumen, la concordancia de nadie sigue el modelo de alguien. Si no podemos decir alguien queremos, tampoco diremos nadie queremos. Es alguien quiere y nadie quiere.
Haz un ejercicio. Te vendrá bien.