La desinencia más típica para el masculino en español es -o. Muchos sustantivos y adjetivos masculinos presentan esta terminación, por ejemplo:
(1) el niño
(2) un gato negro
Podemos comprobar que es la terminación la que expresa el género en los ejemplos (1) y (2) porque si la sustituimos, este se modifica:
(3) la niña
(4) una gata negra
Es importante aclarar que, en el caso de los sustantivos, únicamente podemos hablar de terminaciones de género para los que tienen moción de género, es decir, para los que cambian de género para adaptarse al sexo del ser al que nombran, tal como ocurre con los ejemplos de arriba. Además de estos existen los denominados sustantivos de género inherente, cuyo género es fijo: o son masculinos o son femeninos, y no alternan entre un género y el otro. Es cierto que para estos también se suele cumplir que los que terminan en o son masculinos, por ejemplo:
(5) el gazpacho
(6) el libro
Sin embargo, esto no es así necesariamente. Aunque sean menos numerosos, también existen sustantivos terminados en o de género femenino:
(7) la mano
(8) la libido
Pero, sobre todo, no se produce un cambio de género cuando modificamos la terminación; simplemente, se destruye la palabra:
(9) mana
(10) libida
Esto lo que nos indica es que la condición de masculino o femenino en el caso de los sustantivos de género inherente no está asociada a un segmento específico dentro de la palabra, sino que es toda ella en su conjunto la que le sirve de soporte.