Los fonemas son unidades de análisis lingüístico que están basadas en los sonidos de una lengua, pero que no debemos confundir con estos. Un fonema es el segmento mínimo —al que llegamos por abstracción a partir de los sonidos de la cadena hablada— que es capaz de sustentar una distinción de significado careciendo de significado él mismo.
Todos tenemos la experiencia de que el habla está formada por sonidos que se van engarzando para formar una cadena. Sabemos, asimismo, que esas cadenas son portadoras de significados. Incluso somos capaces de aislar sonidos individuales en ellas y decir que boca empieza con el sonido be y poca, con el sonido pe. Los fonemas, sin embargo, no coinciden con ningún sonido particular porque se sitúan en un nivel de análisis más abstracto. Existen en español dos fonemas que representaremos como /b/ y /p/, que están basados en los sonidos anteriores, pero que no son ellos, sino que constituyen una idealización a la que llegamos a partir de ellos. Los escribimos encerrados entre barras porque esta es la convención que se utiliza para indicar que estamos representando fonemas y no grafemas, que se representan entre ángulos (<>), o sonidos, que se escriben entre corchetes ([]).
El procedimiento clásico para identificar fonemas es el establecido por los lingüistas de la Escuela de Praga en la primera mitad del siglo XX. Consiste en contraponer pares de palabras con diferente significado que compartan la totalidad de su sustancia fónica a excepción de un único segmento, o sea, un solo sonido individual. Esto es lo que ocurre con boca y poca. Su segmento inicial es el que aguanta todo el peso cuando enfrentamos una palabra con la otra. Si esa pieza falla, si por el motivo que sea no percibimos nítidamente este segmento inicial, seremos incapaces de decidir si nos han dicho lo uno o lo otro y fracasarán nuestros intentos de interpretación. Por el contrario, si la percepción es exitosa, esta nos remitirá inmediatamente al significado adecuado, es decir, seremos capaces de identificar la palabra y de entenderla. La conclusión es clara: /b/ y /p/ se oponen en español. Acabamos de identificar dos fonemas de nuestra lengua.
Si continuamos aplicando el procedimiento a nuevos pares de palabras, comprobaremos que boca no solo se opone a poca por su segmento inicial, sino también a coca, foca, loca, moca, roca y toca. De esta forma habremos identificado de una tacada los fonemas /k, f, l, m, rr, t/. Así, por medio de contraposiciones sucesivas, se llega a establecer de manera exhaustiva el repertorio de fonemas de una lengua, que constituye un conjunto limitado y cerrado.
Es fácil comprobar que los fonemas son más abstractos que los sonidos que de hecho componen el habla. En efecto, un fonema es una idealización que admite realizaciones muy diferentes. Por ejemplo, el fonema /b/ del español tiene dos variantes en el habla. En la primera no se llegan a cerrar los labios. Estos simplemente se aproximan mientras expiramos el aire y vibran las cuerdas vocales. Esta primera versión de /b/ es la que encontramos en tubo, alba o curva. En la segunda, en cambio, los labios se juntan brevemente para interrumpir el paso del aire y liberarlo acto seguido sin que dejen de vibrar en ningún momento las cuerdas vocales. Esta es la be que aparece en comba o cuando de repente gritamos ¡Bien! El hablante nativo no es conciente de ello porque realiza todas estas operaciones de manera automática, pero está aplicando una regla por la que siempre se realiza la primera versión, menos después de una consonante nasal o en posición inicial absoluta (al empezar a hablar o después de una pausa). La primera se representa en notación fonética con una beta [β]; la segunda, con una be [b]. Es decir, en español tenemos un solo fonema /b/ con dos alófonos.
Este es el concepto de fonema del funcionalismo praguense, tal como lo concibe Nikolái Trubetskói y lo desarrolla Roman Jakobson. Está basado en la semántica, por lo que el lingüista solo puede identificar los fonemas de una lengua que entiende. La lingüística norteamericana llegará a otro procedimiento basado en la distribución. Los fonemas se aíslan a base de analizar los contextos en que puede o no puede aparecer un sonido dado. En condiciones ideales, esto permite incluso inventariar los fonemas de una lengua que no entendemos. Pero nos quedaremos aquí de momento porque esta segunda noción de fonema nos llevaría ahora demasiado lejos.
HOla!
Aclararía que las variaciones del fonema /b/ en español, no tienen un sonido realmente identificable por los hablantes.
Porque tuve una vez una profesora rídicula de geografía que quizó enseñarme a mí y a mis compañeros como pronunciar la “B” y la “V” como si fueran dos sonidos distintos.
Gracias por escribir este blog genial*