‘De una tacada’, no ‘de una atacada’

La expresión de una tacada significa ‘de una vez’. Con este sentido es con el que se emplea en el ejemplo (1):

(1) El dueño llegaría a un acuerdo, vender de una tacada los catorce bajos en aquella desvencijada calle no era fácil [Marta Querol: Las guerras de Elena].

Detrás de esta expresión idiomática encontramos una imagen tomada del juego del billar. Cuando completamos algo de una tacada, estamos haciendo lo mismo que cuando ponemos una bola de billar donde queremos con un solo golpe de taco.

Sin embargo, muchas personas no son conscientes de esta imagen y por eso intentan encontrarle un sentido a una secuencia de palabras que no les dice nada. La consecuencia es que sustituyen el sustantivo tacada por atacada (de atacar). Interpretan que las cosas se hacen de una atacada, es decir, en un solo ataque. De esta forma, restauran su particular orden lingüístico y pueden dormir tranquilos. Esto es lo que se denomina etimología popular y no es otra cosa que intentar encontrarle una explicación a una secuencia que al hablante le resulta oscura. Así es como la expresión no hay tutía acabó convertida en no hay tu tía.

La etimología popular en el caso que nos ocupa se ve favorecida por el hecho de que las secuencias de una tacada y de una atacada se pronuncian exactamente igual en el habla rápida y relajada:

(2) [deúnatakáda]

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Al oyente le queda el trabajo de decidir por dónde tiene que cortar ese continuo. Si no capta la imagen originaria, no hará las divisiones correctamente. Se producirá lo que se conoce en lingüística como reanálisis. Así es como se inventó la palabra atril hace seiscientos años largos.

Para no alargarme más, lo que me interesa que recuerdes es que la expresión correcta es de una tacada porque de lo que estamos hablando aquí es de bolas y tacos de billar. Los ataques los dejaremos para guerras y crisis de nervios.